Octubre de 1981: los Clash en el Lyceum de Londres

Strummer y compañía no habían tocado en su ciudad en 16 meses. La prensa musical británica afirmaba que ya no eran relevantes, pero las siete noches se agotaron por adelantado.

Textos de blackmarketclash.co.uk – Traducción y compaginación: Lepo.

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Esta semana, pero de 1981, los Clash hacen siete fechas en el Lyceum Ballroom de Londres.
La nueva práctica desde el regreso de Bernie Rhodes como manager, era hacer “residencias” en ciudades importantes. Las anteriores fueron en New York y París.

El Lyceum es un teatro con capacidad para 2.000 personas. El grupo siempre había preferido la intimidad relativa de las salas medianas. Esta filosofía de poder verse y comunicarse con su público estaba detrás de sus residencias semanales en salas relativamente humildes, como Bond y el Lyceum.

Los Clash no habían tocado en su ciudad en 16 meses. La movida musical había cambiado notablemente desde su última gira británica, y la prensa musical (no así los diarios populares), ridiculizaban continuamente a los Clash, afirmando que ya no eran relevantes. Barney Hoskyns, de NME, reseñó los shows con el título “La parodia resiste”.

Sin embargo, las siete noches se agotaron por adelantado y cuentan que la segunda noche (lunes 19 de octubre) fue unas de las mejores.

El público del Lyceum recibió el tratamiento del Bond, con una estructura similar. El repertorio incluía un rap de Futura 2000: “The escapades of Futura 2000”. Durante el transcurso del repertorio de dos horas, Futura pintaba con aerosol un graffiti en un telón y luego se bajaba de su escalera para hacer su rap.

Un espectador contó:

-En esa época yo vivía en la costa este de Inglaterra. Mi mejor amigo, su hermana y yo estábamos obsesionados con los Clash y juramos verlos en 1981 costara lo que costara. Yo trabajé en un matadero de gallinas para conseguir un poco de plata extra para comprar las entradas. 3,50 libras era mucha plata en ese entonces [19 dólares actuales], si eras uno de los “millones de Thatcher”. Margaret Thatcher dejó sin empleo a 15% del país, forzando el aumento de intereses, fundiendo empresas, privatizando empresas públicas para pulverizar a los sindicatos y reducir salarios, para hacer “más eficiente a la economía”.

Así que cuando supimos que habíamos recibido un préstamo, cobramos nuestros giros y nos subimos al tren a Londres. Llegamos el domingo. Estábamos muy entusiasmados por la noche del lunes. Estuvimos afuera del Lyceum la noche anterior y solamente pudo entrar la hermana de mi amigo. Nosotros no teníamos entradas para esa noche, pero ella tenía 16 y era rubia; así que… qué sorpresa.

Al final entramos al Lyceum. El corazón me latía con los graves. Fui empujando hasta lo más adelante posible, cuando de repente se desató el infierno. Parecía haber unos 200 jóvenes con cortes de pelo y aspecto alocado, cagándose a cachetadas.

Después subió una banda que no eran los Clash. El bajista tocaba el contrabajo y el baterista y el guitarrista/cantante parecían dementes. Después me enteré de que eran los Meteors y tengo que admitir que realmente calentaron el lugar.

Me estaba empezando a preguntar cómo iba a ver a los Clash con esos pirados cagándose a palos; pero no tenía por qué preocuparme: apenas terminaron los Meteors, todos los psicópatas se fueron. Ésa era mi oportunidad. Los esquivé y llegué a la segunda fila del frente del escenario. Estaba re caluroso. Hubo un par de falsas alarmas cuando bajaron las luces, y de repente, justo frente a mí, pero varios metros más arriba, estaba Joe Strummer. Mick a su izquierda y Paul a su derecha. Topper acomodándose en la batería. Mi corazón latía con fuerza. Hubo una especie de pausa. ¿Tuve un ataque cardiaco? Joe gritó algo y el lugar voló por los aires. Traté de mantenerme de pie, tratando de descifrar los acordes que tocaba Joe. En esa época yo estaba aprendiendo a tocar, y los acordes con cejilla eran un misterio. Me aferraba al chabón que estaba adelante mío, mientras saltaba. Alguien más se aferraba a mi espalda. Ahora no tenía ni idea qué canción era. Estaba en presencia de lo que para mí eran deidades, y perdí el control.

Paul parecía de seis metros de altura, esculpido en carne y hueso. Mick saltaba y cantaba armonías; parecía ser parte del oleaje humano que estaba haciendo aparecer frente a él. No podía ver a Topper. Estaba cabizbajo, pegándole a los parches detrás de una bata negra y amarilla. Pero Joe era mi foco. Medía 1.600 kilómetros de altura. El hermano mayor que nunca tuve. El líder de mi mundo. Lo más copado que vi en la vida, incluso si parecía olvidarse la letra y perder saliva como si tuviera una manguera pinchada, aporreando la guitarra como si su vida dependiera de eso; con una pierna fija y la otra cagando a patadas el suelo. Curiosamente, mi amigo y su hermana flasheaban más con Paul, pero Joe tenía algo que me atrapaba. ¡Yo quería ser él!

Esa noche fue a parar directamente a mi conciencia y a la profundidad de mi alma. No la puedo recordar demasiado bien; me acuerdo de que me sorprendió cuánta gente grande había al fondo. Yo tenía 18 y ellos deben haber andado por los 30 y 40. Más adelante me di cuenta de que eso demostraba el amplio atractivo que tenía la banda a esa altura.

Me siento verdaderamente privilegiado de haber visto “la” banda en la cima de su poder. Me pareció que ni Sandinista! ni Combat Rock capturaron la magia completa de esos cuatro chabones. London Calling es lo más cercano en cuanto a grabaciones. Había una energía que tal vez no se puede transmitir al vinilo. No bajé de esos recis por una semana. No estoy seguro de haber aterrizado todavía. Quizás el mundo del que despegué, no existía más. Voló con los cuatro flacos gigantes: Topper, Paul, Mick y Joe.

B. Whittaker – Liverpool (Reino Unido).

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