El día que Luca ¿vio? a los Clash

Strummer y compañía tocaron en el Rainbow de Londres entre el martes 13 y el jueves 15 de diciembre de 1977. En el público de una de las fechas, estaba quien sería luego cantante de Sumo y su hermano Andrea.

En el marco de su gira Get out of Control, promocionando el primer disco y el single “Complete control”, los Clash tocaron en el Rainbow de Londres entre el martes 13 y el jueves 15 de diciembre de 1977. Los teloneros fueron Richard Hell & The Voidoids (de Estados Unidos) y Sham 69. La entrada costaba hasta 2,50 libras [22 dólares actuales]. En el público de una de las fechas, estaba quien sería luego cantante de Sumo, Luca Prodan, y su hermano Andrea.

Reseña de Tim Lott para Record Mirror, 24 de diciembre de 1977 – Traducción y compaginación: Lepo.

A principio de este año [9 de mayo], en el Rainbow, los duros se pusieron pesados y yo estaba en el ejército Clash, sin uniforme y asustado. Las filas de asientos del frente fueron arrojadas al escenario. La reacción se convirtió en amor e histeria. Hubo peleas y los nervios (mis nervios) quedaron hechos hilacha.

En diciembre de 1977 se repitió, la pesada sigue presente, pero está diluida. Las filas del ejército están divididas porque se infiltraron pibes fanáticos, absorbidos por la fuerza musical de los Clash. Las guerrillas están suavizadas por simple diferencia numérica, así que las tropas de asalto se van. Ahora es una noche musical y no un acto político.

Definir a los Clash sacando su estigma y su pose dura como un clavo: son la banda esencial y sobreviviente del punk.

Puede ser un sacrilegio, pero también es cierto decir que están varias calles por delante de los Pistols, que tienen una mina de canciones tibias, un par de himnos inolvidables y un carisma sin fin.

Lo que tienen los Clash no es solo actitud, sino consistencia y un don para la sutileza. Tienen suficientes variables para asegurarse de que el segundo disco no vaya a ser una copia con papel carbónico del primero. Pero, ¿hacia dónde van los Pistols?

Expuestos en el Rainbow, los Clash, aunque levemente apaciguados por el tamaño del local [casi 3.000 personas], se cagaron en toda la “oposición”. Hubo algo de descarte en los primeros 10 minutos del repertorio, pero el resto te hace arder desde la piel hasta los huesos y te agitás y te sacudís sin opción.

Foto de Andre Csillag. The Clash en el Rainbow, diciembre de 1977.

Strummer es incoherente como una bomba: no entendés el ruido pero no te podés escapar del efecto: la explosión del público y la ola expansiva de lo indescriptible.

Algunos meterían presos a los Clash; algunos los reprimirían y saldrían corriendo. Algunos lastimarían a los Clash pero los Clash van a sobrevivir. Ellos son su propio disturbio, blanco o de otro color.

El recuerdo de Andrea Prodan – Entrevista de Lepo (julio de 2015)

-No sé si era el primero, pero era, según mi memoria, el primer show importante de The Clash, en el Rainbow Theatre de Londres. Luca me consiguió entradas y fuimos… juntos. Al llegar me sentí incómodo ya que muchos en el hall de espera estaban re “producidos” y yo iba de remera y jeans con viejos zapatos. Luca tenía ropa rota y pelo largo, con anteojos tipo Lennon. “No seas boludo”, me dijo. “Vos y yo somos 10 veces más punk que esta manga de nenes de papá que durante la semana trabajan de oficinistas y el sábado pasan todo el día produciéndose”, y me puso dos anfetaminas en la mano. Sólo comí una. Gracias a dios.

Pogueé desde Richard Hell a través de Sham 69 y por todo el show de The Clash…¡SIN PARAR! ¿Luca? Fue al baño para inyectarse de heroína. Volvió, se tiró en el piso y… se durmió. Ni vio a The Clash. Lo tuve que despertar al final. Estaba lleno de cortes y moretones ya que yo y otros le habíamos pogueado encima por una hora y pico.

Foto de Andre Csillag. The Clash en el Rainbow, diciembre de 1977.

El show arrancó con “London’s Burning”. La tensión era tan grande que volaban asientos, de estos de lujo, de viejo cine-teatro. Uno le pegó en la cabeza a Strummer. El chabón se levantó. Paró el tema, y como buen guerrero, arracó otra vez, cambiando la letra: “LONDON’S FREEZING!!!” [¡Londres se congela!] gritó. Y desde este momento me conquistó… alma y corazón.

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