Hepatitis Joe

Strummer no estuvo disponible para promocionar el single de febrero de 1978, “Clash city rockers”. Estaba en el hospital.

Textos de Pat Gilbert y Chris Salewicz – Traducción y compaginación: Lepo.

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Joe Strummer no estuvo disponible para promocionar el single de febrero de 1978, “Clash city rockers”. Estaba en el hospital.

Al final de enero, a Joe le habían diagnosticado hepatitis, una infección seria que inflama el hígado, luego de unos recis de perfil bajo en Birmingham y en la Politécnica Lanchester, de Coventry (donde Sandy Pearlman, cuando entró al camarín del grupo, recibió un puñetazo de Robin “Banks” Crocker, amigo de Mick Jones desde la escuela). Los Clash tenían programado hacer un demo de su material nuevo con Pearlman, que había viajado al Reino Unido para verlos en esa serie de fechas chicas. Las sesiones se llevaron a cabo en calle Whitfield, pero se suspendieron tras un par de días, porque Joe estaba demasiado enfermo.

-Joe se había puesto entre anaranjado y amarillo -recordaba Pearlman.

A mediados de febrero, lo internaron en el Hospital Western, de Fulham.

-Estaba bastante enfermo cuando empezó -dijo Jeannette Lee, novia de Joe en ese momento, y ex de Don Letts-. Estaba totalmente amarillo. La parte blanca de sus ojos estaba amarilla, y le afectó las glándulas. Estaban hinchadas. Se sentía muy enfermo. Como cambió de color, era obvio que no era gripe. Me enteré cuando recibí una llamada de él diciendo “Estoy en el hospital. ¿Podés venir a verme y traerme algunas cosas?”.

Cuando Jeannette llegó a verlo, ella estaba acompañada por su amigo fotógrafo Rocco Macauley, alias del español Jesús Redondo, el autor de la foto trasera del disco The Clash de 1977 y la frontal del compilado Black Market Clash de 1980.

-Joe le dijo a Rocco “andá a la cocina del sótano de calle Albany, y en la alacena, arriba de la cocina, a la izquierda, abajo de la pileta que está a la derecha, en el rincón tal y tal, hay botellas de pis”. Sabía todos los lugares; eso fue lo raro -recordó Jeannette-. Había botellas de pis por todas partes. Entraba muy tarde a la noche, meaba en una botella de leche y la ponía encima de una alacena. Era todo parte de su falta de respeto por la casa en la que vivían, que era obviamente muy cheta*. Lo que me hizo reír es que sabía dónde estaba cada botella de pis. Debe haber tenido alguna consciencia de eso. Era muy infeccioso. Rocco tuvo que volverse a la casa y encontrar todo el pis y destruirlo.

*Nota del traductor: a principios de 1978, parte de la banda y su personal vivía en la mansión del diseñador Sebastian Conran.

-Joe hizo pis en varias botellas de leche, y el pis era rojo furioso -recuerda la vestuarista Alex Michon-. Estábamos todos muy preocupados. [El manager] Bernie Rhodes llamó gritando indignado: “¡Sale a escabiar, ¿no?! ¡Yo trabajo y él sale a escabiar! Mi hijo quiere una bicicleta y no se la puedo comprar porque ese pelotudo sale a escabiar”. Fue la primera vez que Bernie mencionó a su hijo.

Los Clash pararon casi todo el resto de febrero, lo que irritó bastante a Bernie, que estaba ansioso por avanzar con el segundo disco y cobrar el adelanto correspondiente. Las arcas de los Clash se vaciaron más por las pérdidas de 10 mil libras (casi 90 mil dólares actuales) de la gira Get Out of Control.

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Artículo de la revista NME sobre la internación de Joe – 25 de febrero de 1978 – por Jack Basher

Traducción y compaginación: Lepo.

Verdaderamente, no se podía decir que el hombre estuviera mal, por la forma en que encaró el escenario en Coventry la semana anterior.

Los Clash en general, y Joe Strummer en particular, eran simple y precisamente lo que dijeron todos los escritores estadounidenses que estuvieron acá: la mejor banda. Y punto. Patti Smith, Lester Bangs, Robert Cristgau, Beverly Wiltshire, no decían que los Clash eran la mejor banda “de cierta movida”, ni la mejor banda “desde tal o cual”, ni la mejor banda “sacando a…”. No. Todos los informes eran iguales: “los Clash son los mejores”.

Así que me bajé del avión desde la soleada y sana California, esperando que los Clash fueran fenomenales en vivo… y lo fueron. Y si Joe Strummer actúa aún mejor cuando no está amarillo y por entrar al hospital… bueno, no puedo creer que eso sea posible.

Pero sea como sea, dos semanas después, ahí estaba: en el pabellón 12 del hospital Western, con la vista plácida de un cementerio por la ventana, recuperándose de hepatitis.

¿Hepatitis? No es una enfermedad muy new wave**, ¿no?

**Nota del traductor: en esa época algunas revistas no decían la palabra "punk" porque era un insulto. Por eso le llamaban "new wave" a bandas como los Clash.

Mirá: la hepatitis habitualmente se asocia a agujas sucias. Pero no en el caso de Strummer: él calcula que se la agarró cuando lo escupieron.

Escaneo de blackmarketclash

A pesar de estar enfermo de una forma bastante espantosa, estaba tan inquieto que realmente se sentó a escribir un libro sobre eso. Lo va a titular Las Misiones de la Saliva.

-Hay mucha saliva dando vueltas -explicó Joe-. No digo que sea particularmente saludable. Ésa es mi excusa para estar acá. No soy un falopero, ¿entendés? O sos falopero, o lamiste un inodoro… o la gente te escupió durante horas por todo el país. También Irlanda y Europa. Me entró uno por la garganta en medio de una gira y se lo conté a un chabón en un pub. Y él me contó de un policía en un partido de fútbol, que le entró uno por la garganta y tres meses después se murió de una enfermedad que empieza con T. Y yo le dije “Sí, claro, no me digas”. Y me olvidé completamente del asunto.

El pequeño contratiempo de salud fue una especie de revés para los Clash, que estaban listos para entrar al estudio con el productor de Blue Oyster Cult, Sandy Pearlman.

Pero de todas formas, estar internado le dio la oportunidad a Joe de componer material nuevo. Para inspirarse: un televisor, una casetera y pilas de libros que van desde Dashiel Hammett y Genet, a tres volúmenes de la Historia de la Revolución Rusa de Trotsky.

-Estuve haciendo algo de rockabilly -dijo entusiasmado.

-¿Para los Clash?

-Depende de cuánto les pueda torcer los brazos.

Excepto por la linda vista del cementerio, lo único que tenía Joe para mirar todo el día, era un poster que clavó con chinches en la pared. Es una especie de fotocopia de aspecto artístico, de una película titulada Grutzi Elvis, que va a salir en mayo.

-Trata sobre Elvis y la pandilla Baader Meinhof -explicó Joe.

Resulta que hizo dos versiones de “Heartbreak hotel” para la película: una versión “sureña” y una versión “terrorista”, y el realizador Diego Cortez, pasó antes con el poster.

Me di cuenta de que mientras Joe estaba confinado a la cama, obviamente estaba demasiado enfermo como para meterse conmigo si le antagonizaba un poco. Así que empecé a explicarle que a mucha gente de Estados Unidos le encantan los Clash, no solamente porque son una banda trascendental de rock, sino porque lírica y espiritualmente parecen ser capaces de articular las pasiones y frustraciones sociales y políticas de todos los jóvenes que no son ricos.

-La raíz de eso son dos canciones -saltó-: una se llamaba “White riot” y la otra “1977”. Simplemente surgió de esas dos canciones. No entiendo por qué.

¿Y “Career opportunities” y “Police and thieves”? -estaba listo para repasar todo el repertorio si era necesario.

-Bueno, si eso es la política, me alegra que estemos politizados -frunció el ceño.

-¿Por qué fruncís el ceño?

-Siempre nos ponemos a la defensiva cuando nos enfrentan con cosas políticas. Lo vemos como una trampa; un hueco para quedar encerrados. Queremos movernos en cualquier dirección que queramos; incluyendo la política. Pero si todos dicen “ah, ustedes están politizados”, entonces obviamente uno dice “Bueno, andá a cagar. Voy a ir y me voy a escabiar siete días y noches seguidos; después me voy a volar la cabeza con heroína y después me voy a caer en un canal. Andá a cagar con tus ideas”. Es simplemente una costumbre que todos mencionen la palabra “política”. Medio que nos metemos en un monólogo defensivo y aburrido, como este. Pero lo que pasa con la defensiva, es que la usaron para menospreciarnos. Y durante un tiempo, en Londres, eso estuvo re de moda. La gente decía “Oh, los Clash están muy politizados”. Mucha gente nos menospreciaba.

¿Cómo van a resolver ese dilema los Clash? Eso está por verse. Ahora Joe salió del hospital y ya volvió a la sala de ensayo, retomando el rumbo para el disco nuevo. Mientras tanto, su sello discográfico estadounidense, quiere que la banda se despolitice y se vuelva más comercial, onda “deberían probar con canciones de otro, muchachos”.

Desde su cama de hospital, Joe miró e hizo una sonrisa amarilla, enclenque:

-Vamos a hacer lo que queramos -dijo.

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A la hepatitis se la suele asociar con el uso de drogas intravenosas, pero pocos entrevistados creen que Joe haya experimentado con heroína, aunque es innegable que la heroína estaba en el ambiente. Strummer era inflexible al afirmar que nunca probó esa droga, pero en la biografía de Joe (Redemption Song), Chris Salewicz dice que Mick admitió en esa época, que Strummer se contagió con una aguja sucia:

-No me lo dijo de una forma chismosa, sino porque estaba enojado por eso con Joe -dijo Salewicz-. Aunque Mick no lo mencionó, la caída casi metafísica de Joe, convirtió en farsa las críticas que le arrojó como piedras en el camino a Mick, porque éste se había gastado en cocaína parte de su adelanto de derechos de autor.

Jeannette también derribó el mito de cómo se agarró la hepatitis Joe:

-Digamos que no creo que se haya contagiado porque la gente le escupiera en la boca.

Jeannette confirmó que Joe se había picado con el exguitarrista Keith Levene. Ella no estaba segura si era heroína o anfetas, pero Mick definitivamente insinuó que era heroína. La “Loca” Jane Crockford afirmó terminantemente que Joe se oponía enérgicamente a esa droga. La futura novia de Joe, Gaby Salter, insistió en que eran anfetas. Jeannette hizo énfasis en que, por lo que ella tenía entendido, fue un evento aislado para Joe. Lo hizo porque quería descubrir cómo era la experiencia de inyectarse.

Joe Strummer y Keith Levene, 1976.

-Salió con Keith Levene y un grupo de gente; con esa onda de “probemos todo una vez”. No fue algo más siniestro que eso. Él estaba un poco avergonzado.

Joe estaba en cuarentena. Cada paciente estaba ubicado en su propio cubículo con paredes de vidrio. Poco después de ingresar, Joe estaba acostado en su cama, cuando escuchó una canción de los Clash atravesando el vidrio. Investigó y descubrió que el ocupante de la habitación siguiente estaba usando una casetera. Era integrante de los Adverts; un grupo punk que tenía un par de hits.

Tirado en su cama de hospital por tres semanas, Joe tuvo tiempo de reflexionar sobre el rumbo reciente de su vida. Desde que entró a los Clash, su ritmo se volvió cada vez más incesante, habiéndose embarcado en un impulso gigante hacia arriba.

-Cuando él vivía en una casa okupa, estaba muy seco y no comía mucho -dijo el periodista Kris Needs-. Después andaba de anfetas y [cerveza] Special Brew, durante la gira White Riot, y así no era una persona amable. Era muy áspero y escalofriante. La primera vez que lo vi tocar en vivo, tuve miedo de hablarle al terminar. ¿Cómo iba a hablar conmigo esa persona feroz y apasionada? Así era Joe hasta que llegué a conocerlo.

Joe salió del hospital más enfocado; más resuelto. Y sobrio. No hubo alcohol por los siguientes seis meses. Como si fuera un chupete, siempre llevaba consigo una botella de limonada R. White’s. Y su consumo de hachís tuvo un salto exponencial. También adelgazó. Las señales tempranas de una panza cervecera, desaparecieron.

A la salida del hospital, en marzo, Joe seguía débil. Pero él y los Clash fueron a los estudios Marquee del Soho, para trabajar en varias canciones nuevas, con Sandy Pearlman.

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