Don Letts lanzó su autobiografía

“No intercambiaría mi viaje por el de ninguna otra persona en el planeta”, dijo el músico y cineasta.

Texto de Duncan Seaman para el diario Yorkshire Post (Inglaterra), 18 de marzo de 2021 – Traducción, edición, aclaraciones: Lepo.

Don Letts, músico, presentador, cineasta, encargado de giras, emprendedor y amigo íntimo de figuras clave del punk rock, fue muchas cosas en su época. Ahora, repasa esa vida extraordinaria en una autobiografía: There And Black Again.

[Nota de Lepo: el significado de la frase “There and back again” (sin la “L”) refiere a alguien que se fue de su casa en busca de aventuras y al volver cuenta y comparte sus aprendizajes e historias. En este caso, Don Letts hace un juego de palabras con “black” (negro)].

Nacido en Londres sur en 1956, Letts es, según él mismo, “tan viejo como el rock… pero mejor”.

-No intercambiaría mi viaje por el de ninguna otra persona en el planeta -dice-. En lo referido a mí, el plan se trazó entre el ’56 y el 2000, y no es que quiera decir que no pasó nada interesante en el siglo XXI, pero la mayor parte fue una variación de una misma temática. Dicho eso, hay pros y contras en tener tantos antecedentes postculturales sobre la espalda. Creo que me cuesta impresionarme.

Su amor por la música pop tiene raíz en los Beatles: en el libro afirma que alguna vez tuvo la segunda mayor colección del país de suvenires de los Cuatro Fabulosos. Su impacto, dice, lo dejó “loco por la melodía y las letras”.

-Ellos establecieron el molde de la música pop. Yo era apenas un pibito y en aquella época no podía vocalizar ni lo intentaba, pero recordándolo, me siguen encantando muchas cosas en las que ellos eran maestros. Me encantan los temas con bajos pesados, pero también me gusta que haya un poco de melodía: mirá BAD [Big Audio Dynamite, la banda que formó en los ’80 con Mick Jones de los Clash]. Creo que ellos instigaron mi sensibilidad pop.

La otra influencia temprana y clave para Letts fue Trojan Records, que llevó el sonido del ska y el reggae jamaiquino al Reino Unido. En el libro describe la producción de ese sello como “un símbolo de pertenencia a la tribu perdida de los que crecimos en Inglaterra con una dualidad confusa”.

En su pubertad, explica, se volvió “más consciente de la política global” y trató de encontrarle sentido a las diferencias entre su experiencia y la de sus padres como parte de la generación Windrush.

-Mi padres y su generación trataban de mantener la cabeza gacha y volverse ingleses, con la promesa de toda una cosa multicultural que jamás se materializó para ellos -dice-. Básicamente, me parecía que los estaban cagando. Hacia el ’68, yo tenía 12 y en EE.UU. estaba arrancando todo eso de las Panteras Negras; estaba James Brown, que cantaba “Decilo fuerte: ‘soy negro y estoy orgulloso'”. Yo accedía a esas cosas. Cosas que me hicieron más militante y me dieron un cierto rumbo. Me estaba educando por fuera del sistema educativo, porque no me enseñaban nada. Estaba empezando a leer cosas de Bobby Seale, Eldridge Cleaver y James Baldwin y a descubrir de qué se trataba ser negro, más allá de la narrativa que empezaba con la esclavitud y esa cosa de “qué suerte que estoy acá”.

Al ser testigo de un precalentamiento de los Who para una presentación en el teatro Young Vic, en 1971, Letts se convenció de que quería pasar el resto de su vida cerca de los músicos. De Bob Marley, de quien se hizo amigo tras un recital en el Lyceum, en 1975, tomó una inspiración más filosófica y el interés por el rastafarismo.

-Las cosas que él cantaba, ya sea “Slave driver”, “Concrete jungle” o lo que sea, parecían trasladarse personalmente a nuestra situación en el Reino Unido. Bob me dio más empoderamiento e inspiración referida a mis orígenes y tal vez a lo que yo tenía para ofrecer; y también a la idea de hacerlo a tu manera.

Semejantes enseñanzas le serían muy útiles cuando explotó el punk, en 1976. Atendiendo la tienda de ropa Acme Attractions con Jeanette Lee, Letts fue el corazón de la movida, forjando lazos con John Lydon y los Clash. Por un periodo corto, también fue manager de las Slits. Musicalizando tanto la tienda como el Roxy, le presentó el reggae a muchos músicos punk. Con el espíritu autogestivo del punk, también empezó a filmar. Las imágenes que rodó con una cámara Super 8, de las bandas del Roxy, pasarían a ser La Película del Punk Rock. Eso llevaría a una trayectoria exitosa como cineasta y realizador de videos, en la era MTV.

Su documental The Clash: Westway to the World ganó un Grammy en 2003. Otras películas incluyen a Two Sevens Clash, realizada para demostrarle a alguien que estaba equivocado cuando dijo que la música no cambia la realidad; solo la refleja.

-Yo soy un testimonio viviente del hecho de que la música cambia las cosas -dijo-. No se trata solamente de vender. Yo crecí escuchando música que te ayudaba a ser todo lo que pudieras ser. No se trataba solamente de ser un fan. Eso fue algo de lo que me avivé muy rápido. Por eso me saqué de encima la colección de los Beatles; me saqué de encima toda la parafernalia y solamente guardé la música. La gente se tiene que acordar de que la música causó cambios sociales y personales. No sé para los demás, pero para mí sí funcionó.

En los ’80, Letts disfrutó de su propio momento de estrellato pop, tocando el teclado y consiguiendo samples de diálogos de cine para Big Audio Dynamite.

-Solamente cuando escribí el libro pensé en ese pibito negro de 14 años que vio a los Who y soñó despierto con ser parte de ese mundo, un día. La cinta se adelanta hasta 1984 y estoy parado al lado de Mick Jones. Dale. Tengo que componer canciones con Mick Jones. ¿Hay algo más copado? Y aunque siempre estuve a la sombra de Joe Strummer, que siempre fue una presión, eso me hizo dar cuenta de que no podía menospreciar mi espacio, y hacía lo mejor que podía.

There and Black Again, de Don Letts con Mal Peachy, ya está disponible por medio de Omnibus Press. El precio es de 20 libras [menos de 30 dólares].

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Foto principal: Simon Partington.

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