Una charla a fondo con Topper Headon

El exbaterista de los Clash cumple años hoy. En esta entrevista realizada por su colega de Stiff Little Fingers, fue brutalmente honesto y sentenció: “Es un milagro que yo siga vivo”.

Por Steve Grantley para mikedolbear.com – septiembre de 2009.

Traducción, compaginación, aclaraciones: Lepo. Colaboraron en vocabulario técnico: Eze Córdoba / Chirola Segade / Edgardo Medina.

Topper Headon, el baterista legendario de la banda enormemente influyente The Clash, se conectó conmigo, con un aspecto delgado, en buen estado físico, bronceado, saludable y feliz.

Las batallas de Topper con el alcohol y las drogas duras quedaron bien documentadas. Su historia es un paseo épico en montaña rusa, pero mi objetivo era saber qué motiva a este hombre; lo que lo convirtió en “Topper”: su habilidad deslumbrante y natural para la batería.

Hablamos sobre baterías durante horas y me impresionó su pasión y su energía. Puso temas y elogió a tal baterista y a tal ritmo con todo el entusiasmo de un adolescente. Fue cortés, generoso y brutalmente honesto. Me cayó muy bien y tras pasar todo el día en su compañía, sentí que me había hecho un nuevo amigo.

-¿Qué fue lo primero que te atrajo hacia la batería?

-Vi tocar a Keith Moon. Estaba viendo a los Who en Top of the Pops. Estaban haciendo “My generation” y simplemente pensé “quiero ser Keith Moon”. Me encantaba la manera en que él era el punto central de la banda. Parecía estar totalmente chiflado, era fachero… ¡simplemente todo lo que yo quería ser! Ahí me di cuenta de que me gustaba la batería.

-¿Qué edad tenías cuando tuviste tu primera batería?

-Tenía 13 [en 1968] y me había quebrado la pierna. La habían pegado mal y tuve un yeso por casi seis meses. Yo jugaba mucho al fútbol y me estaba aburriendo, así que el doctor me sugirió que buscara otra cosa para ocupar el tiempo, así que conseguí un redoblante y eso fue todo.

-¿Y tu primera batería?

-Era una Ajax que tenía toms sin parche resonante, con una terminación perlada color negro. Era una batería chica y rara. No me llevaba bien con el pedal de bombo, así que fui y compré un pedal Premier. El pedal metálico 250S, celeste metalizado, con almohadilla de goma, y era simplemente hermoso. Usé esos pedales durante todo The Clash. ¡Para siempre! Me costó ocho libras [unos 160 dólares actuales], ¡lo conseguí en Dover! [130 kilómetros al sudeste de Londres]. Usé siempre esos pedales y me aseguré de tener cantidades y cantidades, por las dudas los dejaran de hacer. Si pudiera conseguirlos ahora, los seguiría usando. ¡Me parecen unos pedales brillantes!

Premier 250S

-¿Fuiste a clases de batería?

-Nunca fui a una clase, ¡nunca me enseñaron nada! Cuando empecé a tocar la batería, ¡sabía tocar! Era simplemente una de esas cosas que sabía hacer. Me encantaba y quería tocar más.

-¿Alguna vez otro baterista te mostró informalmente cómo hacer algo, cómo agarrar las baquetas o qué era un paradiddle?

-¡No! Nunca nadie me enseñó a agarrar las baquetas. Me compré un libro. El del chabón de los Shadows, Brian Bennett. Ahí aprendí sobre el agarre clásico y vi a otros bateristas. Si ves a otros bateristas podés aprender; podés ver cómo tocan. Cuando empecé a tocar jazz tradicional, todos los bateristas usaban el agarre clásico.

-Entonces aprendiste de los chabones que tocaban en la banda tradicional.

-Sí, y de Top of the Pops. Vi tocar a los Groundhogs. Eran uno de mis grupos favoritos, con Ken Pustelnik en batería. Él usaba el agarre moderno, y yo simplemente miraba. Los chabones de jazz tradicional, en el pub, me enseñaban sobre el clima. Todos mis contemporáneos, los muchachos con los que yo seguía yendo a la escuela, que armaban bandas de rock, no sabían sobre el clima; cómo mantenerlo. Para ellos, tocar a tiempo o antes o después del tiempo, era jeringozo! [risas].

-¿Así que empezaste con el agarre clásico? ¿Cuándo cambiaste al agarre moderno y por qué?

-Simplemente noté que muchos bateristas de rock tocaban con el agarre moderno. O sea, yo solía alternar. Obviamente, para tocar jazz usaba el agarre tradicional. Es lo que había visto que hacían los otros bateristas tradicionales. Con el agarre moderno descubrí que tenía mucha más fuerza. De eso se trataba realmente, ¡de la fuerza! El único baterista que conozco que realmente tiene mucha fuerza con su agarre clásico, es Stewart Copeland [de The Police]. ¡No sé cómo hace!

Stewart Copeland.

-¿Qué bateristas de jazz te influenciaron en los primeros días?

-Bueno, como dije, mis primeras influencias fueron los chabones del pub, que tocaban jazz tradicional. Yo iba al pub un domingo y tocaba con ellos ritmos simples de jazz. Fáciles de tocar, pero había que tener buen tempo. Hasta que una noche yo estaba en el pub Louie Armstrong y el dueño dijo que tenía un problema. La banda de los Marines, con la que él tocaba, tenía un reci, pero el baterista estaba enfermo, así que me preguntó si podía reemplazarlo y dije que sí. Mi padre (bendito sea) me llevó la batería hasta el reci en Deal [14 kilómetros al noreste de Dover], y dijeron “¿sabés leer música?”. Y dije que sí. ¡Y no sabía leer ni una nota! Pero los había escuchado tocar antes y hacían canciones de Blood, Sweat & Tears y Chicago; cosas que yo conocía; todas de 12 compases. Así que armé todo en el rincón del pub y giré hacia el bajista, unos diez minutos antes de que tuviéramos que empezar, y dije “Disculpá… ¡no sé leer!”. Se horrorizó. Le pedí que me hiciera señas y marcas para parar y arrancar. Hizo eso y llegué al final del reci. Al terminar, me dijeron que hiciera otro a la semana siguiente con ellos. Camino al reci, el sábado siguiente, les dije “Escuchen: no sé leer”. Y dijeron “¡¿Qué?!”. Les dije “¡Disculpen, pero no sé leer!”. Todos dijeron “Está todo bien, amigo”, y de ahí en adelante empecé a tocar con ellos. Hacía un buen trabajo y mantenía todo ajustado. Estaba aparentando, pero funcionaba. Con solo tener oído. Descubrí que si tenés oído, podés tocar cualquier cosa. Solamente hay que sentirlo.

-¿Qué músicos de jazz famosos admirabas?

-Me encantaba Gene Krupa, todo eso de “Drum boogie” y “Drumming man”, que yo mismo publiqué como single más adelante. Era un baterista showman y cuando decidí ser baterista, no quería ser como tenían que ser los bateristas. ¡No quería solamente mantener el tempo! Quería ser como Gene Krupa o Keith Moon. Asumámoslo: eran instrumentalistas virtuosos; claramente no estaban al fondo, tocando un contratiempo. Pero cuando llegué a ser baterista, me di cuenta de que eso era lo que tenía que hacer un baterista.

Escuchar a Terry Williams de Man, me demostró cómo el baterista podía amalgamar a la banda y darle fuerza. Me influenciaron Buddy RichHarvey MasonBilly Cobham. Me encantaba el disco Spectrum. También Steve Gadd. Me encantaba su toque en el disco Aja de Steely Dan. Me inspiró Keef Hartley; estaba en John Mayall & the Bluesbreakers. Publicó unos discos solistas bárbaros. Uno de mis favoritos en particular es Halfbreed. ¡Escúchenlo!

-¿Cómo desarrollaste tu tempo firme para el rock?

-Simplemente fue algo que me salió. Para mí, para ser buen baterista hay que tener un tempo perfecto; así que si no tenés tempo perfecto, ¡no podés ser buen baterista! Aprendí eso de todos los músicos de jazz y descubrí que yo tenía buen tempo. Me di cuenta de lo importante que era eso. Estaba absorbiendo todo. Pensaba “muy bien. ¿Es importante, no? Tengo que tener muy en cuenta eso. Tengo que fijarme en no subir ni bajar la velocidad”. Podía tocar a tiempo o antes o después del tiempo, ¡pero nunca subir ni bajar la velocidad! Estaban los chabones de más de 30 y 40 años; músicos experimentados de jazz tradicional; y los Marines, todos chabones de veintipico en esa época, que podían apuntar armas a la distancia. Yo laburaba en los dos lados. Y todos me enseñaban cosas.

-¿Es verdad que tuviste que reformar tu forma de tocar al principio, cuando unas personas dijeron que no tocabas lo suficientemente fuerte? ¿Cómo combatiste ese problema?

-Bueno, simplemente decidí tocar más fuerte. Cuando me mudé desde Dover a Londres había tocado mayormente jazz tradicional. No me había dado cuenta de que el volumen y la fuerza eran re importantes. En Londres pegué una fecha con un chabón que se llamaba Pat Travers, y me echaron por no tocar la batería fuerte. Después empecé a tocar con un par de amigos de él y me rajaron por lo mismo. Cuando Mick [Jones] me invitó a una prueba con los Clash, pensé “bueno, me jodí dos veces por no tocar fuerte”, así que fui a la prueba y simplemente cagué a palazos la batería. Cuando entré a los Clash, simplemente volví a aprender todo mi estilo. Reformé todo y tomé una decisión consciente de tocar más fuerte.

Mirá; antes de entrar a los Clash yo era un buen baterista. Entre un batero promedio y uno bueno. Pero una vez que entré a la banda y reaprendí todo mi estilo… eso es lo que se podría decir que me convirtió en un gran batero. Yo tenía todo el estilo jazz, funk, soul… todo lo que había aprendido de los Marines y los tradicionalistas. Sabía tocar todo tipo de estilos de música, pero cuando entré a los Clash reajusté mi estilo para hacer todos esos estilos, pero… ¡con fuerza! Yo hubiera sido un baterista normal toda la vida, pero entrar a los Clash hizo que me exigiera para ser un gran baterista. También se volvió importante ser un showman. Los otros tres, por supuesto, eran todos unos grandes frontmen. Eso era lo bueno de los Clash. Pero yo también tenía que competir. Así que por eso tenía una batería espejada y hacía movimientos flasheros.

Topper en los Clash, en 1981. Foto de Steve Rapport.,

-¿Quiénes fueron tus primeras influencias rockeras?

-Terry Williams de Man, fue una influencia enorme. Enorme. Yo los seguía a todas partes. Terry tocó con Rockpile, Dire Straits y Meat Loaf. Gran batero. Keith Moon, por supuesto, y Brian Downey [de Thin Lizzy]. Me encantaba su toque en Jailbreak, y sus arreglos. El pedal de bombo y el poder de John Bonham [de Led Zeppelin] era fenomenal. Tenía muchísima onda. Me encantaba Clive Bunker de Jethro Tull; Ian Paice [de Deep Purple] era fantástico también. Carl Palmer era un técnico brillante. Cómo músico no se puede vencer a Carl Palmer, pero todo lo de ELP era tan pomposo, que me parecía una pelotudez. Es música muerta, ¡sin onda! ¡sin alma! Richie Hayward de Little Feat también fue influyente. Él inspiró la onda y los arreglos de “Julie’s been working for the Drug Squad”, de Give ‘Em Enough Rope.

-¿Qué otros bateristas punk te impresionaron?

-¡Nadie del punk me inspiró! ¡No había muchos bateristas buenos en el punk rock! Paul Cook de los Pistols era un buen batero de rock simple y Dolphin de los TRB [Tim Robison Band] también era bueno. No le estoy sacando el cuero a nadie, Steve. Simplemente no había nadie en el punk que yo admirara realmente. Había un solo batero en mi época que yo consideraba un competidor firme, y era Blair Cunningham, que terminó en Haircut 100 y los Pretenders. Era fenomenal. Estaba en una banda que se llamaba Pearl Harbour, que teloneó a los Clash y yo le tenía pavor todas las noches. Salía a verlo para asegurarme de que no me robara el show. Siouxie and the Banshees también nos teloneó y con ellos tocaba Budgie, y yo pensaba “¡Mierda! ¡Esta noche tengo que poner toda la carne al asador!”. Era áspero que te telonearan esos dos bateristas.

Los demás estaban bien; simplemente no fueron una inspiración. Stewart Copeland era un gran batero. Simplemente no me gustaba su grupo. No era aficionado a The Police, pero “Roxanne” fue un clásico y no hay dudas de que Stewart era muy técnico y era un batero bárbaro. Cozy Powell era un batero brillante, pero tampoco era fan de su banda Rainbow.

Además, el problema fue que cuando estaba trabajando con los Clash, personalmente no tenía tiempo de escuchar todas las otras bandas punk. Simplemente estábamos en nuestra propia misión. Estábamos constantemente de gira y grabando, y cuando terminaba con la banda me metía al camino de la adicción.

-Contanos sobre el equipamiento que usabas.

-Cuando entré a los Clash tenia una Premier plateada que compré allá en Dover. Me ofrecieron el laburo y pensé “No voy a llevar mi batería a la gira”. No es que me dijeron “Sos integrante de la banda”. Fue onda “¡Vení a la gira White Riot!”. Así que pensé “No voy a llevar la bata a la gira y que después me rajen”, o si las cosas no funcionaban, ¿qué iba a hacer? Entonces dije “Bueno, pero quiero una batería nueva”. Así que dijeron “Bueno”. Fuimos con Baker [Barry Auguste], mi técnico de batería, hasta Henrit’s, en calle Wardour, y había una Pearl plateada, grande, espejada. Pensé “¡Quiero esa!”. Así que la compramos y la usé todo el tiempo que estuve en los Clash. Simplemente porque era espejada. Está en todas las grabaciones, salvo en Combat Rock, donde usé una Ludwig de estudio. Pero hice todas las giras con esa Pearl espejada. ¡La misma!

1981.

Tuve que cambiar los aros de metal del bombo por unos de madera de arce. Ésa fue la primera modificación que hicimos. Siempre usé el pedal de bombo Premier negro. Después Baker y yo empezamos a desarrolar cosas. Él era mi plomo y no hacía nada más que cuidar la batería. Llegamos a la conclusión de que los amortiguadores de sonido internos no funcionaban. Paraban la vibración del parche. Así que en el redoblante usamos amortiguadores externos. En aquella época, la gente no hacía mucho eso. Después también descubrí que cuando tocás el redoblante en el reci, ¡se desafina! Así que entre medio de los temas, en vez de tomar un trago y esas cosas, había que ajustar el redo. Entonces Baker encontró unas cosas que se llaman contratuercas. Unas arandelas que giran hacia el otro lado y fijaban el redo para que no se desafinara. Conseguir una batería que no se desafinara mientras tocaba era bárbaro en aquella época. ¡Brillante!

¡Era todo gracias a mí y a Baker! Él era esencial para mi sonido. También, tocando el hi-hat, me di cuenta de que cuando estás tocando el ride, podés bajar al redo, pero apenas cruzás al hi-hat, perdés mucha fuerza en el redo. Así que puse un hi-hat a la derecha, ¡sostenido con cinta y un ladrillo! En esa época no había hi-hats para la derecha y Baker fue responsable de eso. Se le ocurrían ideas y hacía que las cosas funcionaran. También me estaban saliendo unas ampollas de sangre muy feas en la mano izquierda y en esa época no había guantes para bateristas, así que a Baker se le ocurrió la idea de que usara guantes de golf en la izquierda, con los dedos cortados. Eso también fue idea de él.

¡Me encantaba la bata Pearl! Pero creo que podés obtener un buen sonido con casi cualquier cosa, si sabés afinarla apropiadamente. Pero a mí nunca me esponsoreó Pearl. Compramos todo. Cada vez que se rompía una baqueta o un parche; cada vez que necesitábamos reemplazar algo, lo comprábamos. Hacia el final de la banda, tocamos en Japón y los de Pearl sabían que yo tocaba una batería de ellos. Vinieron todos a verme y me dieron una para esa gira. Conocí a los representantes de Pearl después de una de las fechas, y dijeron que querían que yo promocionara a Pearl. Estaban listos para ofrecerme plata también (algo que nunca habían hecho) y baterías en todo el mundo. Hicimos trato, nos dimos la mano… ¡y después me rajaron de la banda! Así que nunca tuve contrato con Pearl.

Siempre usé platillos Zildjian, hi-hats de 15 pulgadas y cosas así. Paiste siempre me resultó un poco liviano y flaco.

-Fuiste el único punk en aparecer en la tapa de International Musician, que normalmente solo incluía a músicos de jazz fusión. Fue un shock. ¿Qué sentiste?

-Mirá, cuando entré a la banda, todos tenían su propio rol individual. Joe era el vocero, Mick era el compositor sensible y yo pasé a ser el “buen batero”. Suena horriblemente agrandado, pero yo sentía que estaba recibiendo los elogios que me tocaban por ser “el músico” de la banda. Y para ser honesto, en ese momento para mí no fue la gran cosa. Simplemente una entrevista más.

-Usaste mucha percusión en gran parte del material de los Clash. Eso no era muy punk. ¿En qué te inspiraste?

-Simplemente se dio. Algunas canciones pedían percusión. En las grabaciones muchas veces simplemente mantenía el ritmo y después hacía todas las ornamentaciones y ponía todo el color con la percusión… ¡y me permitían hacerlo! Al resto de la banda le parecía bárbaro, porque todo sumaba. Yo era libre de agregar percusión y hacer lo que quisiera.

-De dónde salió el ritmo de “Straight to hell”?

-Es una especie de ritmo latinoamericano. Simplemente fue lo primero que hice en la canción. Lo primero que se me ocurrió fue el redo sin bordona. Eso no es rockero. Y también grabé aparte un arreglo de hi-hat.

-¿Y la batería de “London calling”?

-No quería tocar cuadrado todo el tema, así que había que hacerlo crecer. Fue algo natural. Simplemente hice cada sección levemente distinta.

-¿Y “Rebel waltz”?

-Nunca había escuchado una banda de rock que fuera capaz de tocar un vals. Simplemente pensé: “Esperen. Me voy a anticipar al primer golpe”. Cuando Joe Strummer vino con un vals, yo dije “bárbaro” [suspira], ¿saco las escobillas? [Risas] Con lo que hice con el ritmo, realmente se pueden superar los obstáculos del tema.

-¿De dónde vino tu onda reggae?

-En el micro siempre poníamos montones de reggae, y supongo que había mucho de Sly y Robbie [una dupla de productores jamaiquinos]. Dillinger también era uno de los favoritos. Paul Simonon ponía un casete de reggae con todo tipo de cosas. Siempre escuchábamos reggae, más mis casetes de jazz-funk. Y Joe ponía cosas de rock and roll y rockabilly. Mick ponía casetes con los primeros hip-hop y a todos nos gustaba también Taj Mahal.

Colección de casetes de Paul Simonon.

-¿Por qué pensás que eran tan especiales los Clash?

-Era como decía Joe: por la química entre nosotros cuatro. Pero ninguno de nosotros sabía realmente qué hacía que los Clash funcionaran. No sabíamos en ese momento que teníamos esa química impresionante, o que no se suponía que las bandas punk hicieran discos triples con canciones de Mose Allison y reggae [risas].

Debo decir que Paul era bárbaro para mí. La verdad que me gustaría hacerlo quedar bien acá, porque fue muy importante para el sonido de la banda. Realmente nos mantenía vivos. Si no hubiera sido por Paul yo no podría haber hecho la mitad de las cosas que hacía en vivo. Todas las noches él tocaba exactamente igual y eso me daba lugar para que yo hiciera lo que quisiera. Yo podía cruzarme con Paul y él se mantenía firme como una piedra. Tomaba el rol de baterista y yo me podía expresar… ¡zapar! Le podía pasar la responsabilidad de mantener el tiempo a Paul y yo podía fanfarronear. Y funcionaba. Paul era esencial para los Clash. No solamente en el sonido, sino en el arte de tapa y la imagen, con su bajo colgando abajo. Paul era fundamental para la banda en vivo. ¡Evitaba que nos convirtiéramos en una banda de jazz! [risas].

En esa época los Clash eran políticos, luchaban contra el sistema, contra la discográfica, discos triples al precio de uno, “No vamos a ir a Top of the Pops”, ¡brillante! Pero con el paso de los años, la gente se copa con la banda ahora. Es la música lo que perduró. No las cosas anti-Thatcher, o sobre los mineros y todo eso. ¡Es la música!

Alguna gente lleva a los Clash a niveles absurdos. En serio. Éramos pibes divirtiéndonos. Si en aquel entonces me decías que en 2009 íbamos a vender tantos discos y que la gente me iba a querer entrevistar, ¡nunca les hubiera creído! O sea, no lo sabíamos. Simplemente estábamos disfrutando de las giras. Fue re divertido y nos queríamos y seguimos teniendo mucho afecto mutuo, porque pasamos por todo eso juntos. Éramos muy ingenuos, porque queríamos ser la banda más importante del mundo, pero no queríamos jugar ese juego.

Una de las primeras fotos de Topper con los Clash. Marzo del ’77.

Pero tengo que admitir que cuando entré a los Clash me parecía que gran parte de la música dejaba mucho que desear. Me encantaba “Police and thieves” del primer disco, y hay muchas canciones re buenas de tres minutos, rápidas, unos fogonazos maravillosos, pero mi influencia en la banda simplemente… cambió la banda. Pero no era algo consciente. En esos cinco años hicimos toda esa música, una cantidad colosal de música. Nunca paramos de girar y la gente todavía habla sobre nosotros. Es una sensación buena. En cierta forma era extraño, porque los Clash de alguna manera dañaron a todos los participantes, incluyendo al personal técnico. Algunos se metieron en las drogas, otro simplemente se volvieron ermitaños, algunos simplemente rechazaron todo. Pero al final el legado de la banda es la música.

-Compusiste muchas canciones para la banda. ¿Cómo componías y qué instrumentos usabas?

-Bueno, sé tocar el piano en RE, pero solamente en RE; por eso “Rock the casbah” está en RE. Sé tocar un arreglo bárbaro de bajo de Mose Allison, y también sabía tocar “School days” de Stanley Clarke en bajo. Podía hacer de todo. Tocaba todos los instrumentos en las pruebas de sonido y en los ensayos. Simplemente los agarraba.

-¿Cómo surgió “Rock the casbah”?

-Estaba en el estudio y ellos no. Así nació “Rock the casbah”. La verdad que Mick y Joe a esa altura no se hablaban. Simplemente no cuajábamos. La canción estaba basada en el piano. Era mi canción, ¡mi tema! Joe escribió la letra y después Mick quería grabar su reloj pulsera. “¡No, Mick! ¡De ninguna manera!”. Él estaba molesto porque la verdad que no tuvo nada que ver con él. Era una canción donde yo había hecho todo y era mía y de Joe. Yo grabé batería, bajo y piano, cuando no había nadie cerca.

-El sonido de batería de London Calling estuvo fantástico; sin embargo el de Combat Rock dejó mucho que desear. ¿Por qué ocurrió eso?

-¡Fue por la producción! Al final tuvimos que traer a Glyn Johns porque habíamos hecho un quilombo. Joe y Mick a esa altura ya no se llevaban nada bien. Yo salía a comer todo el tiempo. Nos estábamos desarmando; ninguno lo estaba disfrutando. Era un asunto de onda. Tuvimos que rescatar ese disco. Mick trató de mezclarlo, pero no funcionó. Hasta yo hice un intento de mezclarlo. Probó Mick, probó Joe y Paul no quiso, así que lo hice yo. Dios los bendiga; los amo a muerte. Ellos tres sentados detrás mío, viendo cómo trataba de mezclarlo. Todos apoyándome, “¡Vamos, Tops!”. Pero todas las pistas terminaban con todos los faders al máximo.

-¿Cuál fue para vos el punto alto de la trayectoria de la banda?

-Creativamente, fue London Calling. En ese momento éramos re buenos compañeros. Éramos amigos re unidos. Nos encantaba la compañía mutua; jugábamos mucho al fútbol y la música estaba despegando. Ese fue el momento más feliz de la banda arriba y abajo del escenario. Cuando los cuatro estábamos más felices juntos. ¡Creo que por eso la música da tan buena impresión! London Calling fue el último disco de los Clash que se compuso, se ensayó y se grabó. Después de eso, con Sandinista! y Combat Rock, bueno, simplemente entrábamos a un estudio y hacíamos todo a los ponchazos. Mick y Joe compusieron London Calling. Después pasamos meses ensayándolo y jugando al fútbol juntos y después entramos a grabarlo. Creo que eso se nota. Realmente nos esforzamos en esa grabación, ¡pero nos divertimos!

Teníamos a Guy Stevens, que era un personaje, con toda su locura, escaleras voladoras y peleas con Bill Price, que era un técnico brillante. Me acuerdo de cuando hicimos “Brand new Cadillac” en una toma. Guy dijo “Listo”. Yo le dije “Andá a cagar, ¡se acelera!”. Me dijo “¡Todos los rocanroles copados se aceleran!”. Yo sentía vergüenza de haberme acelerado. No se debe grabar una pista acelerada, ¿no? Pero al mismo tiempo, nunca había hecho el arreglo de bombo en los huecos, y pensé “Me encanta esa parte. Funciona”.

El disco ‘London Calling’ completo, pero solo con la batería y arreglos.

-¿Cuál fue el punto bajo de la trayectoria de la banda?

-La era Combat Rock. ¡Simplemente no nos llevábamos bien! Me acuerdo de que estábamos mezclando el disco y mi novia me dijo que había “sequía” en Londres, lo que quería decir que no había heroína. Le dije “Bueno, yo tengo. Voy a llevar un poco desde Estados Unidos”. ¡Así de perdido estaba! Entonces le dije a la banda “Me tengo que ir de raje a Londres”. Y después… ¡me agarraron por tratar de importar heroína al Reino Unido!

-¿Cuáles son tus mejores momentos como baterista en los discos de los Clash?

-¡Cualquier cosa en vivo! “Complete control” y “Armagideon time”. Me encanta mi toque en esas del disco en vivo From Here To Eternity [1999]. “Look here” [de Sandinista!]. Me gusta esa, con Mickey Gallagher en piano y yo en batería y marimba. Hay un arreglo lindo al final, cuando la batería y la marimba tocan lo mismo. ¡Me encanta esa parte! “Rebel waltz” [de Sandinista!]. Estoy orgulloso de haber hecho un vals un poco rockero. Cuando llega el momento, estoy orgulloso de todo. ¡De todo!

-¿Alguna vez usaste pistas con metrónomo? Y si fue así, ¿cómo te llevabas con eso?

-Nunca usamos clicks en los Clash. No entiendo las pistas con click. Una pista con click seguro que está cuando no podés mantener el tempo. Sé que la música para películas necesita un click por el asunto de la edición. Toqué con click recientemente en el disco de mi amigo Steve. No me resultó difícil, pero no lo disfruté. Pero un click para mí, significa que no podés mantener el ritmo. Sandy Pearlman se refería a mí como la caja de ritmos humana, porque no me aceleraba ni disminuía la velocidad… ¡y no cometía errores!

-¿Cómo te sentiste cuando finalmente dejaste los Clash?

-Me rajaron de la banda, no por mi forma de tocar en vivo o en el estudio. Creo que la batería estaba mejorando. Me rajaron por mi comportamiento. Yo fui el que me jodí a mí mismo. Hay mucho arrepentimiento, porque era una gran banda. Ellos eran como mis hermanos y éramos sumamente unidos. Los puse en una posición en la que Joe me quiso sacar del grupo por mis adicciones. Y Bernie [Rhodes, el manager] tenía intenciones ocultas. Me echaron y yo no me la vi venir para nada. Lloré y Mick también. Me fui caminando. Lloraba a más no poder. Me estaba yendo a mi casa y pensé “Esperá. ¡Tengo una idea!”. Así que di la vuelta a la manzana y volví y les dije “Escuchen: voy a la gira por Estados Unidos; no quiero cobrar. Pueden llevar también a Terry Chimes. Páguenle a Terry mi salario y si cualquiera de ustedes sospecha que estoy consumiendo drogas, entonces mándenme derecho a casa. ¡Y Terry va a estar de reemplazo!”. Joe casi se quebró. Más adelante contó que casi dijo “Sí, bien”. Pero Bernie dijo “¡No, no!”.

-Así que dejaste la banda, con el corazón roto. ¿Cómo surgió el disco solista?

-A esa altura mi adicción a la heroína me controlaba totalmente. Creo que no podría haber tocado con nadie más, porque era conocido como adicto a la heroína. O sea: me rajaron de los Clash por falopero. ¿A dónde vas desde ahí? Lo único que podía hacer musicalmente, era componer mi propio disco. O sea, en teoría hubiera sido hermoso entrar a otra banda, pero ¿quién va a emplear a un falopero? Podía armar mi propia banda, porque tenía la chapa de ser Topper Headon de los Clash. Y podía componer todas las canciones. Dentro de todo todavía podía tomar decisiones, aunque seguía consumiendo. En el disco Waking Up todo hablaba de dejar la heroína, pero no la había dejado. Cuando estábamos grabando en el estudio Wessex, cada vez que mandaban un periodista a entrevistarme, yo me sentaba frente a una lámpara para bronceado. ¡En esa época yo pensaba que un bronceado disimulaba cualquier cosa!

-¿Por qué no hiciste más discos solistas?

-¡Porque fui en cana! Fui a Dover y le di heroína a un chabón. Le dio una sobredosis y se murió. Estuve preso 15 meses. O sea, fue una venta de cinco libras [17 dólares actuales], pero me usaron para dar el ejemplo. ¡Una época horrible!

Ni siquiera seguí escuchando música. A esa altura perdí total interés en la música. Salí de la cárcel y pasé a ser taxista. No tenía nada que ver con la música. Simplemente dejé de escuchar. La heroína se llevó toda mi alma. La heroína me mató por dentro. Mató todos mis sentimientos; toda mi creatividad. ¡Es una droga horrible! ¡Horrible!

-Muy triste. ¿Cuándo revertiste todo eso?

-Hace cinco año. Llevo cinco años limpio y me siento bárbaro.

-¿Cuál fue tu reacción a la muerte prematura de Joe?

-¡Devastadora! De todas las personas de los Clash que se podían ir, nunca hubiera pensado que Joe iba a ser el primero. Supongo que debí haber sido yo primero y después… Mick. O sea, Joe corría maratones, era vegetariano… ¡fue una verdadera conmoción! [pausa larga]

Estar en los Clash nos re unió. Fue una experiencia re increíble, pero solamente nosotros cuatro la experimentamos. Mucha gente alrededor de la banda terminó con problemas severos de drogas, pero Joe no era uno de ellos. Simplemente lo re extraño. No es que lo viera todos los días, porque él vivía en Somerset, pero sabía que estaba allá. Sigo en contacto con su esposa Lucinda. Recientemente [en julio de 2009] doné mi Mini Cooper a beneficio de Strummerville, la fundación de Joe.

-¿Quiénes son tus bateristas favoritos de ahora y qué música escuchás actualmente?

-Me gusta Taylor Hawkins de Foo Fighters. Me encanta cómo le sacude al redo, pero calculo que más adelante va a tener problemas de muñecas. Me encanta Chad Smith [Red Hot Chili Peppers]. Me parece un batero de la puta madre, pero es demasiado alto para ser batero [risas]. No escucho muchos intérpretes modernos. O sea, son fenomenalmente rápidos con los pies, pero no parecen tener mucha onda. No fui por ese camino. Escucho NERD. Tengo el disco nuevo de Grace Jones [Hurricane, 2008] y escucho montones de cosas viejas también.

-Tu adicción a las drogas está bien documentada, pero llevás cinco años limpio. ¿Cómo anda todo y qué hacés actualmente? ¿Seguís tocando con frecuencia?

-Bueno, sigo tocando por diversión, porque no toqué por mucho tiempo por mi adicción. No escuchaba música y no tocaba. La música murió dentro mío. Se fue el alma. Después me limpié y empecé a escuchar música de nuevo, gradualmente, y pensé “sí, está bueno, pero perdí la resistencia”. Perdí la técnica un poco y también la fuerza. En mi caso, yo tocaba la batería y era bueno para eso, pero después la cagué y no escuché música y no toqué. Ahora lo hago solamente para divertirme.

Me veo a mí mismo como un boxeador peso pesado. Terminé en la cima. Aunque fue hace años, cuando escuchás a Topper Headon, está todo perfecto. ¡Es mucho mejor retirarse en la cima! Yo no elegiría hacer un regreso. Financieramente, no me hace falta tocar. Preferiría escribir un libro y hacer cosas a beneficio… como lo de la hepatitis C. Toco con gente de vez en cuando. Estoy ansioso por escribir el libro. Creo que vale la pena. Y si Mick me pidiera que toque un tema de Carbon/Silicon, me encantaría. Tengo artritis en mi pulgar derecho y eso también me tira para atrás. Ahora estoy contento tocando solamente por diversión. Me alegra que los Clash terminaron en el momento que terminaron. Me alegra que no hayamos seguido rengueando.

-¿Cuál sería tu consejo sobre los negocios y la fama, para jóvenes aspirantes a baterista?

-Que amen cada minuto. Disfrútenlo. Aprécienlo y traten de no dejarse llevar, porque puede ser una trayectoria corta. ¡Y tengan cuidado! La adrenalina es una droga muy poderosa. La adrenalina y la fama, juntas, pueden ser un cóctel bastante embriagador. Cuando tenés veintipico y tenés el mundo a tus pies, y tenés plata más adrenalina y fama… ¡puede ser muy tóxico! En la época en que yo fui exitoso, simplemente no aprecié que de hecho estaba viviendo un sueño. No me sacaba fotos ni nada. Menosprecié todo, en cierta forma.

Cuando yo iba a la escuela, todos queríamos ser estrellas de rock, pero yo fui el único que tuve la idea fija y entregué todo. Dejé la escuela sin egresarme y me fui a Londres. Realmente tuve suerte, pero mis amigos fueron a lo seguro. Yo diría que tenés que tomar las oportunidades y dejar todo. ¡Todo!

-Los chabones jóvenes, ¿deberían ir a un profesor de batería?

-En mi experiencia, no veo la necesidad de un profesor, a menos que quieras leer música. Yo no sé leer música, pero creo que mirando y escuchando, ¡podés aprender todo! ¿Cómo aprenden a jugar al fútbol los pibes? ¡Miran y aprenden! Con la música, mirás y escuchás. ¡Así aprendí yo! Simplemente escuchaba y miraba. Copiale a la gente [risas] y hacé un híbrido de todos los estilos. Mirá todos los estilos que puedas y simplemente agarrá las mejores partes de cada uno, ¡y convertilos en un estilo!

-¿Hay algo que te gustaría decir para cerrar?

-Bueno, es un milagro que yo siga vivo. En realidad no estaba vivo cuando fui adicto a la heroína. Era simplemente una existencia triste y horrible. Y ahora salí por la otra punta. ¡Nada más quiero disfrutar la vida!

@@@@@@

Foto principal: Topper a fines de 2018.

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