El amor de Mick Jones por Mott The Hoople

En su adolescencia, el guitarrista estaba embelesado por la banda liderada por el vocalista Ian Hunter, que hoy cumple años.

Redactado por Lepo, basado en textos de Pat Gilbert, songwritingmagazine.co.uk, loudersound.com.

A principios de los ’70, la lista de bandas favoritas de Mick Jones se infló con la llegada del glam rock. A diferencia de Joe Strummer [en ese momento llamado simplemente John Mellor], que desconfiaba de los artificios del glam y andaba siempre de jean y remera, Jones lo recibió incondicionalmente, deleitándose con entusiasmo por el estilo andrógino y el rock potente.

-Me copaban los Kinks, los Stones y los Beatles -explica Mick-. Pero después me metí en el lado más llamativo. Seguía a los Faces, Mott the Hoople, Slade

La ropa se volvió una parte cada vez más importante para la existencia de Mick y sus amigos, que se ponían de todo, desde galeras hasta camperas con estampados brillantes y zapatos de colores.

Mick estaba embelesado por Mott the Hoople, una banda de rock pesado pero poético, liderada por el vocalista Ian Hunter. En el verano boreal del ’69, el querible productor chiflado Guy Stevens los formó y los bautizó así por un libro de Willard Manus que había leído en la cárcel, tras un delito relacionado con drogas.

Mott The Hoople con Guy Stevens en 1970.

La primera vez que el nombre de Mott the Hoople apareció en la prensa, fue a mediados de 1969, en una copia del primer periódico musical serio del Reino Unido, Zigzag. Pete Frame, el hombre detrás de Zigzag y el más vehemente de los primeros defensores de la banda, informó que Guy Stevens había armado una banda nueva, con el grupo Silence de Hereford [215 kilómetros al oeste de Londres, casi en el límite con Gales] y Hunter, un cantautor en aprietos. El productor veía al grupo como un choque entre el rock and roll de los Stones y las baladas al estilo Dylan.

Stevens intentó capturar su visión en el disco debut homónimo de la banda, publicado a fines de 1969 en el sello Island. Pero era en vivo donde Mott realmente vivía. En una época dominada por abrigos sin gracia y solos de batería de 25 minutos, Mott recordaba el espíritu indomable original del rock; con su rebeldía llamativa y valiente templada por las confesiones sensibles pero duras de Hunter; un enfoque que presagiaba al punk y una humildad con los pies en la tierra, que le hacía ruido a la prensa pero atraía seguidores fervientes. Esa manada fiel consistía principalmente en pibes desamparados de clase obrera; uno de los cuales era Mick Jones. Con su pandilla de la escuela Strand se había apegado al grupo desde el principio, en algún momento entre el disco debut y Mad Shadows de 1970; mucho antes del éxito comercial de 1972 por el cover de “All the young dudes” de David Bowie.

Durante su último par de años de escuela, Mick se empezó a juntar con algunos alumnos más grandes, que habían armado su propia banda inspirada en Mott: Schoolgirl .

Con la libertad para hacer prácticamente lo que tenía ganas, Mick se juntaba con su amigo Robin Crocker [más adelante apodado Robin Banks] y los novatos de Schoolgirl, y hacían incursiones en ciudades lejanas para ver a Mott.

Robin recuerda:

-Nos hacíamos los dormidos en los trenes y bajábamos justo antes de que parara en la estación; corríamos por la vía y saltábamos una reja. De esa manera no había que pagar un pasaje. A uno de nosotros lo agarraron una vez. Se enganchó en el alambre de púas. Íbamos a todas partes. Desde Liverpool en el norte hasta Plymouth en el sur.

El contingente de Strand llegó a conocer al jefe del personal técnico de Mott, Stan Tippins. Quedó fascinado con ellos y los dejaba pasar gratis por la puerta que daba al escenario. Los Mott estaban orgullosos de tener una relación cercana con sus fans, y distinguieron a Mick y sus amigos con un apodo: “The Mott Lot” [La Gente de Mott].

Mott con Guy Stevens en 1970.

En un reci en Dagenham [20 kilómetros al este de Londres], Mick estaba tan emocionado de ver al guitarrista Mick Ralphs en la otra punta de la barra, que de los nervios se tiró accidentalmente un trago en la camisa.

Ian Hunter, en broma, se refería como “Jagger” a uno de la pandilla, el cantante de Schoolgirl Kelvin Blacklock, por sus labios carnosos. A Blacklock muchas veces lo subían al escenario a cantar en los bises.

Toda esa experiencia con Mott le causó un impacto profundo a los chicos.

-Tener esa relación con una banda exitosa, era re emocionante -dice John Brown, integrante de Schoolgirl-. Podíamos ver en primer plano cómo era todo. Te hacía sentir que ser famoso era una posibilidad real.

Encuentros y desencuentros

Cuando Schoolgirl se derrumbó a fines de 1972, John Brown y Mick decidieron unirse y formar su propia banda, posteriormente bautizada The Delinquents.

Mick se estaba concentrando en tocar el bajo, pero vendió su reserva de comics poco vistos de ciencia ficción y se compró su primera guitarra decente: una Fender Telecaster negra.

Mick, el más chico de la banda por al menos dos años, rápidamente resultó ser el niño prodigio del grupo. Un anuncio de prensa de mediados de 1974 los describía como “ruidosos y provocadores; música onda Mott-Sharks”.

Ya para marzo de 1975 y tras varios cambios de formación, los Delinquents se rebautizaron Little Queenie, como una canción de Chuck Berry. Desilusionado con un demo, Kelvin llamó al exproductor de Mott, Guy Stevens, que ahora iba cuesta abajo por el alcoholismo.

Mick y John Brown pudieron sentarse varias horas con el ídolo mentor de Mott, a planear el gran salto. Era su idea del paraíso; el mejor día de sus vidas. ¿Qué podía salir mal?

Guy fue a un ensayo en el barrio londinense de Acton y la banda repasó su repertorio. Parecía ir todo bien… hasta que Guy llamó a Kelvin y le dijo:

-El pibe flaquito de la guitarra se tiene que ir.

-Guy y Kelvin me llevaron a un costado y me dijeron “No funciona con Mick. Hay que poner un teclado en lugar de la guitarra rítmica” -contó John Brown-. De ese momento en adelante la banda cambió y el rumbo hizo “pum” y éramos como Mott the Hoople. Lo cual no está mal si querés ser Mott the Hoople. Y Guy hizo eso y no estaba bien; y no mucho después nos separamos.

Dos años después, en junio de 1977, los Clash acababan de sacar su disco debut, con Mick en guitarra. Por esas casualidades, Jones y Mark Perry del fanzine Sniffin’ Glue terminaron en la fiesta posterior a la presentación del excantante de Mott, Ian Hunter, en el Hammersmith Odeon.

Ian Hunter en el Hammersmith Odeon, en 1977.

-Mick y yo nos cruzamos con Ian Hunter -contó Perry-. Yo estaba boquiabierto; Mick también. Pero ya estaba esa cosa de que yo era el editor de Sniffin’ Glue y tenía que comportarme de cierta manera y Mick era el guitarrista de los Clash y también tenía que comportarse de cierta manera. Hunter dijo “Ustedes los pibes jóvenes son el rock. La gente como yo ahora es vieja. Vamos a grabar un par de discos; pero el futuro ahora depende de ustedes”.

Uno de los ídolos de la infancia de Mick, lo ponía al tanto de que él era el futuro del rock, dos años después de que fuera descartado de su grupo por el mentor de los Mott.

-Fue todo muy raro -dice Perry-. Pero ése era el extraño mundo en el que estábamos viviendo de repente.

Ya a principios de 1981, apenas después del lanzamiento de Sandinista!, Ian Hunter (de 41 años) le pediría a Mick que le produjera una sesión en el estudio Wessex, donde habían grabado los Clash.

Short Back ‘n’ Slides era el quinto disco de estudio de Hunter solista. Inseguro de qué rumbo tomar, decidió convocar al guitarrista de 25 años, que le dio a las canciones un toque más pesado. Mick también incluyó en las grabaciones a su compañero Topper Headon y a su novia Ellen Foley.

-Fue interesante -contó Ian-. Estábamos muertos. Teníamos que hacer un disco por obligación contractual y no estábamos con la onda adecuada, digamos. Mick básicamente nos salvó las nalgas, porque no había nada. Estábamos haciendo una canción que se llamaba “Theatre of the absurd” y sabíamos que era reggae, pero nunca nos habíamos metido de verdad con el reggae. Y sabíamos que él conocía todo eso porque era de Brixton. Había sido fan de Mott; así que le dije “Mick, ¿podés venir a hacer esto?”. Así que vino y tomó el mando. Terminó haciendo todo el disco y para nosotros estuvo bien, porque estábamos perdidos.

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Foto principal: Ian Hunter y Mick Jones, 26 de abril de 2019.

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