El nacimiento y el debut de los Clash

Después de ensayar un mes y atosigar incesantemente a su manager Bernie Rhodes, el grupo agendó su primera fecha, como banda telonera de los Sex Pistols, en un pub a 290 kilómetros al norte de Londres, el domingo 4 de julio de 1976.

Texto de Lepo basado en los escritos de Pat GilbertChris Salewicz y otros.

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En la década de 1890, el gin era uno de los mayores productos británicos de exportación. El mayor productor de la capital era Gilbey’s, que construyó una destilería en Camden Town, un barrio de clase obrera al norte de Londres. Hacia la Primera Guerra Mundial, Gilbey’s abarcaba la mayoría de los patios de maniobras del Ferrocaril del Noroeste en Camden, y había convertido los garajes de vagones en depósitos. En los ’60, Gilbey’s se fusionó y el patio de maniobras, que venía decayendo desde la Segunda Guerra Mundial, quedó en desuso, como otros restos de la prosperidad victoriana.

El edificio más al este del exdepósito Nº2, fue alquilado y devuelto a la vida en junio de 1976, para exportar al mundo un producto londinense totalmente distinto: el emprendedor Bernie Rhodes convenció al municipio local de que la juventud desamparada del barrio necesitaba una sala de ensayo para aprender a tocar sus instrumentos. Entonces le concedieron el usufructo de la propiedad.

Era, por supuesto, una movida típica de Bernie, y en algún momento de mayo de 1976, se mudó ahí su banda nueva, que iba a rivalizar con los Sex Pistols de Malcolm McLaren.

Rehearsal Rehearsals (Ensayo Ensayos), tal como fue denominada la sala, tenía una resonancia nefasta y brutal, que pegaba con el estilo de la banda: rudo, sin historia, sin adornos. Consistía de una sala amplia en planta baja y dos en planta alta; una llena de flípers y tragamonedas usados (otro negocio suplementario de Bernie Rhodes, que ya vendía Renaults usados), y otra que era la oficina de la banda y el área recreativa, con una rockola. Ahí Bernie repetía: “esto es nuevo, esto es distinto, esto es importante”.

La formación era: Joe Strummer (voz y guitarra); Mick Jones (guitarra y voz); Keith Levene (guitarra); Paul Simonon (bajo). No había baterista fijo.

-Nuestro equipamiento era bastante rudimentario -comentó Joe-. solamente necesitábamos tres amplis y tres cajas. Por empezar, no teníamos baterista. Bernie compró un sonido y tres micrófonos. Uno de los micros vino de la Ópera Nacional Inglesa. Yo había trabajado ahí limpiando baños. Vi un micrófono bien arriba del escenario, en la torre central, para que el hombre de ahí le hablara a los operadores de los costados o al del reflector. Un día que no había nadie me trepé a una escalera hasta la punta, con un par de pinzas, agarré el micro, corté los cables y bajé. Usamos ese micro en la primera época.

Mickey Foote se subió al barco con Joe. Como sonidista y cadete, y por su presencia sólida, huraña, imperturbable, era claramente un recurso valioso para la banda nueva. Él vio cómo Bernie elegía el entorno de la banda según criterios como estilo, actitud, entusiasmo e imagen.

-Bernie juntaba la gente que quería -decía Mickey, fallecido en 2018-. Le tenía muchísimo miedo a la gente que no quería dejar participar. Buscaba gente que no se le pusiera en contra. Era un obsesivo del control, por excelencia. Llamaba a Rehearsals y decía “¿Quién anda ahí? ¿Ah sí? ¡Decile que se vaya a la mierda! ¡Le dije a Mick que no lo trajera! ¡Pasame ya con Mick!” Bernie separaba a la gente. Hubo un proceso de alejar a la gente de sus lugares y de sus amigos. Los amigos de Mick eran una mierda, los de Joe eran una mierda, los de Paul eran una mierda.

El grupo parecía tener una voluntad de rendirse ante los métodos de Bernie, debido a una idea intuitiva o incluso una especie de resignación profética de que hacía falta hacer eso para limpiar el panorama hacia algo extraordinario.

El fotógrafo John Tiberi cuenta:
-Bernie encaraba las cosas al estilo Mao Tse-tung. Era como una revolución. Había que cortar cabezas. Nada de tomar prisioneros.

-Creo que Joe estaba bastante incómodo con la transición que tuvo que hacer -afirma Dudanski-. Ése fue el comienzo de un año en que cambió mucho de personalidad.

Mickey Foote coincidía:
-Fue muy difícil para él. Pero sabía que había que hacer eso. Sabía que era necesario un proceso de cambio si quería pasar a otro nivel.

En pocas semanas, se dieron modificaciones en el comportamiento externo de Joe: su voz se volvió un gruñido borroso con acento de barrio londinense, y su conducta se volvió más áspera. Su dulzura característica quedó muy enterrada bajo una capa subcutánea. El signo más claro de que Joe no quería que lo vieran como un rockero viejo y loco de la comunidad hippie, era su negación absoluta a que lo llamaran Woody, el nombre con el que lo conocían muchos de sus amigos.

-Ellos conocían a Woody. Ahora ésta era otra persona, que se llamaba Joe -decía Mickey Foote-. Tenía que decírselo forzosamente a la gente. Me lo dijo a mí: “No soy el puto Woody, decime Joe”. Se lo tenía que decir a todos. “¡Ya estoy hasta las bolas de decirte que no soy el puto Woody!”. La verdad que le tenía que poner mucho énfasis.

Tras un par de semanas, Joe se veía, caminaba y -gracias a Bernie- pensaba como un integrante de la banda que ya era reconocible como The Clash.

La audición para el quinto integrante se realizó en Rehearsals durante todo junio. Joe seguía en contacto con Paul Buck, su viejo amigo de la escuela, ahora apodado “Pablo LaBritain”, que tocó la batería más o menos una semana. Unas de las primeras fotos del grupo lo incluyen. También se ve a Joe con pelo corto y corbata escolar tipo mod. El único integrante con pelo largo es Mick.

Paul Buck tocando la batería en uno de los primeros ensayos de los Clash.

Paul había visto una vez a los 101’ers, en una presentación en Hammersmith; pero no estaba enterado de que Woody ahora tenía otro nombre.

-Le dije “Wood” y me gruñó “Me cambié el nombre”.

Jones echó a Pablo cuando arruinó un par de canciones en una demostración en Rehearsals ante los Pistols (sin Rotten). Hacia mediados de junio lo reemplazó Terry Chimes.

Terry había nacido en 1956, en una familia musical del East End de Londres, pero decidió a la temprana edad de cuatro años, que quería ser doctor. Pero, antes de sentar cabeza en lo que él sabía que iba a ser su carrera definitiva, sintió que quería ser estrella de rock.

Quiropráctico y baterista: Terry Chimes en la actualidad.

Terry Chimes había tocado con tres de las formaciones que trató de armar Mick Jones. Probó en agosto de 1975 con Violent Luck; después con London SS y también con la versión de este grupo nuevo que tenía a un cantante que se llamaba Billy Watts.

-Era todo lo mismo, excepto que Billy Watts había desaparecido y me dijeron “Éste es Joe”. Era un personaje de aspecto raro. Yo no sabía qué carajo le pasaba cuando lo conocí. Era muy distante. Te saludaba pero nunca le sacabas mucho más que eso. Parecía casi desinteresado. Nos saludamos y después él siguió mirando al piso. Yo pensé “No parece un cantante”, y cuando cantó, no sonó como un cantante. Tuve la impresión de que el chabón era un poco raro, y no lo podía ver como cantante de una banda de rock. Pero me dijeron que era bueno. Ensayamos y fue evidente que él tenía un tipo de carisma diferente. No parecía alguien de una banda de rock de superestrellas, que se pavonea como ellos. Él no tenía el tipo de voz cantante clara que uno se esperaba. No parecía un cantante. Ese era un problema mío; no de él. Eran mis preconceptos. Después de un par de ensayos, pude ver cómo podía funcionar: él y yo, el baterista y el cantante, teníamos que hacer explotar con energía al público. Él me convirtió hacia esa forma de pensar, que era: “si sacás energía, entonces ellos la van a sentir”.

A Terry le atrajo mucho la actitud de los integrantes del grupo.

-Subyacente a todo, había un sentido casi obsesivo de la ambición: “¡Vamos a hacer esto y vamos a llegar allá!” No les importaba que todavía no eran muy buenos para tocar ciertos instrumentos. No les importaba nada de eso. Iban a llegar. Yo ya había estado en cientos de audiciones, y lo único que había conseguido eran unos músicos aficionados medio dormidos que no sabían qué estaban tratando de hacer. Pero este grupo estaba empecinado con el éxito, y muy concentrado. Me di cuenta de que eso era lo único que teníamos en común, pero era suficiente.

Uno de los primeros ensayos con Terry Chimes en batería

Terry llevó su batería a Rehearsals. El edificio era frío y húmedo, incluso en verano. Había un par de sillas de peluquero antiguas junto a la pared. Sus descripciones de los demás integrantes coinciden con la de la mayoría de los testigos de la época:

-Mick era amigable y muy entusiasta. Leía mucho la NME y quería que todos estuviéramos interesados en lo que pasaba, pero no nos interesaba. Paul era bastante directo. No hablaba mucho, pero era un chabón bastante agradable. A Keith Levene le gustaba desafiar a todos. A mí no me importaba. Yo pensaba “si eso es lo que le pidieron, si ése es su rol, entonces está bien”. Le gustaba sacar a la gente de su zona de confort. Yo le decía a Joe: “¿éste qué problema tiene?”. Era el más fanático de asegurarse de que nadie se pusiera demasiado blando o débil. El guardián de la actitud de todos. Discutíamos sobre cada detallito.

En ese clima beligerante y extremista, los integrantes del grupo se alentaban entre ellos para mostrar cada vez más compromiso, como los funcionarios comunistas que temían ser eliminados. Había ensayos todos los días, incluso los domingos, desde la hora del almuerzo hasta cerca de las diez de la noche.

-Solamente un tercio de ese tiempo era ensayar en el sentido más estricto de la palabra -dijo Terry-. El resto eran preguntas sobre qué nos tenía que gustar, que teníamos que decir, que teníamos que hacer, cómo nos teníamos que vestir y todas las otras cosas. Era algo que llevaba horas. Había una sensación rara de que estábamos tratando de darnos forma mutuamente, así que nos desafiábamos mucho entre nosotros. No era divertido. Era casi una sensación de que no estábamos ahí para divertirnos. Tenías que estar afilado y presionar a los demás para mejorar todo el tiempo. Era como vivir en un horno, con gente que se hinchaba las pelotas mutuamente y se calentaba. Viéndolo en retrospectiva, uno no arma un proyecto para hartarse los siete días de la semana. Uno es más eficiente trabajando un par de días por semana. Bernie estaba muy en contra de que fuera un lugar social. Decía “¿Están acá para cumplir una meta o nada más para comer sandwiches?”. Tenía una forma de decir las cosas que te hacía sentir un estúpido, y de esa forma conseguía que trabajaras. Bernie estaba al fondo orquestando esa actitud: que trabajáramos en todo; nuestro aspecto, lo que decíamos, la música, las canciones. Todo tenía que estar trabajado al máximo, para que cuando nos expusiéramos en público, dijeran “¡Guau!”. En retrospectiva, creo que eso funcionó de verdad; pero fue tremendamente difícil. Joe se refería a Bernie como el director. Así era su humor -recordó Terry-. Al parecer, Joe tenía cierto respeto por Bernie. La actitud de Joe era que nuestro trabajo era tocar y el de Bernie era hacer negocios que no conocíamos. Joe tenía una visión muy idealista de la banda. La idea de ser lo mejor posibles, ese perfeccionismo, se extendía a todo. Me resultaba agotador. Yo era siempre el que discutía con todos los demás. Yo contra el resto. Yo pensaba que estar en una banda iba a significar andar en autos sofisticados y tener muchas novias y mucha diversión. A ellos eso le parecía una actitud shockeante -se rie-. Teníamos discusiones pero eran todas teóricas, hipotéticas y un poco inútiles. Era parte del proceso de adoctrinamiento que tuvimos mutuamente, que íbamos a ser la mejor banda del mundo.

Joe prestándole el micro a Keith Levene.

Para asistirlos en convertirse en “la mejor banda del mundo”, Bernie envió a Joe a clases de canto con Tona de Brett, una instructora vocal que también educó a Johnny Rotten, Chrissie Hynde y Billy Idol.

-No pude hacer mucho por el señor Strummer -dijo ella más adelante.

Bernie consiguió que los muchachos le pasaran una mano de pintura a la pieza de abajo. Mientras trabajaban, escuchaban el LP Rastafari de Ras Michael, y su tosco talento decorativo fue el origen de su ropa salpicada de pintura al estilo Pollock/Rauschenberg, un look parcialmente inspirado por Glen Matlock, que tuneó sus jeans de manera similar un par de semanas antes.

-El artista era Paul -recuerda Terry-. A Keith le encantaba Jackson Pollock por lo salvaje.

-Había gotas de pintura por doquier -comentó Mick-. Surgió cuando tuvimos que pintar la sala de ensayo. Conseguimos la pintura del taller de chapa y pintura, cruzando la calle. Bernie trabajaba con talleres. Iba allá y traía aerosoles. Empezamos a pintar todos los amplis de rosa y cuando pintamos todo, nos tapamos en pintura.

Los toques de expresionismo abstracto reflejaban la música apasionada y explosiva que tocaba el grupo. La ropa salpicada sugería un rechazo a las formas convencionales, tal como Pollock y Rauschenberg habían barrido con el modernismo y redefinido el arte durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Un mural de Paul que representaba un desarmadero de autos, le daba a Rehearsals un clima artístico, urbano, y las características físicas del lugar eran una metáfora de algo nuevo, peligroso, urbano e impactante.

Durante las últimas dos semanas de junio, pleno verano boreal, el ritmo estaba lo suficientemente frenético como para armar un set corto de canciones. Principalmente, eran del repertorio previo de Joe y Mick, incluyendo “Protex Blue”, “1-2 Crush on you” y “Keys to your heart”; “Deny”, “I’m so bored with you”, un par de temas de los Kinks y los Who, “I can’t control myself” de los Troggs, y los covers “Too much monkey business” y “Junco partner”. Los tocaban fuerte y agresivamente, y sonaban agudos y metálicos, por las tres guitarras.

Todavía, esa Mejor Banda del Mundo en potencia, no tenía nombre. Luego de haberse llamado en distintos momentos The Mirrors, The Psychotic Negatives, The Phones, The Weak Heartdrops (por el tema de Big Youth “Lightning flash (Weak heart drop)”) -luego acortado a The Heartdrops-, el grupo se quedó con The Outsiders. Terry Chimes insiste en que era “Outsider” (Marginal) en singular. The Outsider, un célebre estudio de Colin Wilson en 1956, sobre la falta de afecto, era prominente en la lista de lectura de Bernie Rhodes. Mick y Joe salieron a Camden para contarle la noticia a Ted Carroll y Roger Armstrong, en su disquería Rock On, que quedaba en calle Kentish Town al 3.

-Era un día de verano hermoso, y entraron Joe y Mick diciendo “tenemos un nombre nuevo; no somos más los Heartdrops” -recuerda Armstrong-. Yo les dije “¿Cómo se llaman?” y Joe dijo “Somos los Outsiders”. Fue una coincidencia muy rara. Había una pila de discos en el mostrador, que acabábamos de ordenar. Fui y levanté el disco de los Outsiders de Capitol, de 1966. Se quedaron de cara.

Al final Paul le puso el nombre a la banda, cuando vio que la palabra “clash” (conflicto o choque) estaba varias veces en un ejemplar del Evening Standard. Parecía encajar con lo que eran y con lo que estaban creando: un choque de personalidades, un choque contra los ideales reaccionarios, un choque, un ruido disonante. The Clash fue el nombre que se decidió.

-No fue que simplemente me topé con eso -dijo-. Estábamos tan sintonizados con lo que necesitábamos en ese momento, que la palabra se me puso en evidencia desde las páginas del diario.

Después de atosigar incesantemente a Bernie Rhodes, el grupo agendó su primera fecha, como banda telonera de los Sex Pistols en un pub donde habían tocado los 101’ers: el Black Swan [el Cisne Negro], a 290 kilómetros al norte de Londres, el domingo 4 de julio de 1976.

Conocido localmente como el Mucky Duck [El Pato Sucio], luego The Boardwalk [La Pasarela], desaparecido en 2010, el Black Swan de Snig Hill, Sheffield, era un punto de parada habitual para los rockeros de pubs londinenses, como Dr Feelgood, antes del despegue punk.

Black Swan.

Los Clash estaban tan entusiasmados, que se levantaron a las 5 de la mañana y viajaron a las 7, aunque Sheffield quedaba solamente a cuatro horas de viaje, y el reci era recién a las 8 de la noche.

-Estábamos muy desesperados por ir y tocar, después de ensayar tanto -explica Chimes-. Joe y yo sentíamos que los Pistols eran la oposición. Los otros, Mick y Paul, decían “no, son nuestros camaradas”. En el viaje en trafic, el travieso de Paul nos entretuvo quitándole el calzado a Levene y tirándolo a la autopista atado con una soga.

-Fuimos en la parte de atrás de un camión de mudanzas, con los equipos apilados al lado nuestro -detalló Mick-. Nos sentamos todos atrás. Yo tenía una compuerta a mis espaldas, abierta como en un camión de guerra. ¡Estuvo bastante jodido!

-La puerta estaba abierta para que pudiéramos respirar -explicó Paul-. Estábamos sentados ahí con todos los amplis y el equipaje, con una zapatilla rebotando detrás nuestro y todos los autos disminuían la velocidad para esquivarla.

El debut en vivo de los Clash, el primero de unos 600 recis, fue su única aparición ese mes, por idea de Rhodes, según todas las versiones. Probablemente había solamente un puñado de personas presentes, aunque los testigos presenciales informaron sobre una multitud considerable, en las condiciones sofocantes de aquel verano.

McLaren armó el reci con una entrada de 90 peniques [nueve dólares actuales], y le dijo al productor que la banda telonera eran… los 101’ers.

-Zafamos -recordaba Mickey Foote-. Al tipo no le dijimos nada de que Joe Strummer venía con su banda nueva, hasta el último minuto. Dijo algo así como “¡Yo contraté a los putos 101’ers!”. Pero había al menos media docena de personas que parecían un poco punks. Se habían enterado. Había sesenta o setenta fans de los 101’ers que estaban un poco desilusionados. Yo era el sonidista y hablamos con un tipo de una disquería de Walthamstow para que nos prestara el sonido. Joe ya no usaba su traje, sino un par de jeans y zapatos salpicados de pintura. Había mucho por hacer, mucho por cambiar.

-Estuvo bastante buena -le contó Joe a Mal Peachy- porque estábamos allá en Sheffield y creo que era domingo a la tarde y toda esa gente salió de las molduras, ¿viste? Los estilos punk, ex-Roxy Music, como el periodo de piel de leopardo, pero buscando la onda nueva. Mucho maquillaje y el pelo que se empezaba a enloquecer. Había un público aceptable, y eso nos dio mucha confianza. Porque nos dimos cuenta de que era algo a nivel nacional que estaba a punto de explotar.

-El reci era al fondo de la sala del pub -precisó Mick-. Había 50 personas; un par de punks. Estuvo interesante. En la primera época, fueras donde fueras, podías ver un par. Después se veían cada vez más. Le contaban a sus amigos. Era algo grande. No estaba formado. Apenas estábamos empezando a descubrir lo que podía ser. Nos vestimos de blanco y negro; un par de nosotros usamos corbatas. Camisas blancas y negras con partes de trajes. Un estilo punk; no trajes buenos. Un poco rotos, ajustados, diferentes. En cierta forma nos vestíamos serios y educados. Capaz alguna rotura por acá; una salpicadura de color por allá; un par de pins. No alfileres de ganchos. El look todavía se estaba formulando.

En el escenario, Joe se transformó en un punk demencial y chispeante, con la “pierna eléctrica” en quinta. Simonon se puso un traje elegante de dos tonos, que le compró a un compañero de la adolescencia, y tiraba muchas fantasías.

La primera canción que tocaron en su historia fue el instrumental “Listen”. Joe recuerda que Paul empezó la intro de bajo, y no pudo parar de hacer la escala en el momento adecuado, lo que generó las carcajadas del grupo.

-Fue la primera vez que toqué en vivo en mi vida -añadió Paul-. La noche anterior fue aterradora, pero una vez que íbamos para allá, empecé a pasarla bien. En el momento en que me subí al escenario, fue como estar en mi propio living. Me sentí re cómodo. Las cosas salieron mal esa noche y Mick tuvo que venir a afinarme el bajo, pero no me importó. Yo simplemente quería saltar, pero Mick quería que estuviera afinado.

Entre los otros temas que tocaron los Clash, estaba “Rabies (from the dogs of love)” de los 101’ers y “Ooh, baby, ooh (it’s not over)” de Mick Jones.

-Una cosa que no cambió desde el comienzo hasta el final del grupo -confió Chimes-, fue que antes de cada show, Mick siempre estaba nervioso, daba vueltas corriendo, muy incómodo y muy estresado. Pero Joe hacía chistes y parecía muy feliz. Después bajábamos del escenario y Mick estaba muy contento porque había terminado, y Joe estaba sentado con la cabeza entre las manos, diciendo que era el fin del mundo. Y eso nunca cambió para nada.

Durante el repertorio de los Pistols, Joe Strummer y Terry Chimes se pararon al costado del escenario.

-Este grupo me re gusta -le confió Joe al baterista.

Los Sex Pistols se aliviaron de que su competencia no pareciera muy amenazante:

-No son muy buenos, ¿no? -fue la evaluación casi previsible que le dio John Lydon a Glen Matlock sobre los Clash.

Quince días después, la reseña de NME fue por medio de una carta de un tal Reg Cliff. Se especula que fue escrita por alguien del círculo íntimo de la banda, para hacer bombo publicitario. Decía:

-Fui a ver por primera vez a los Sex Pistols y los Clash, ex-101’ers. Me desilusioné muchísimo. Las bandas eran una bosta. Lo suficiente para hacer que te guste [el cantante griego] Demis Roussos. Los Clash fueron simplemente una barrera de ruido tartamudo. El bajista no tenía idea de cómo tocar el instrumento, y hasta tuvo que hacer que otro integrante se lo afinara. Trataron de tocar R&B de los ’60 pero fracasaron deplorablemente. Los Dr Feelgood no son mi banda favorita pero sé que podrían pasar el piso con los Clash.

Y agregó:

-Los Sex Pistols fueron incluso peores.

Sin embargo Mickey Foote recordaba que los Clash fueron “bien recibidos” y que Bernie, entusiasmado, le dijo al productor que iban a ser “el próximo boom”.

Párrafo aparte para la subtrama de John Lydon y Keith Levene, que cranearon en el backstage lo que en 1978 nacería como Public Image Limited, PiL:

-Me acuerdo de que John Lydon estaba sentado a kilómetros del resto de los integrantes. Parecía triste. Y yo estaba sentado en el otro rincón, lejos de todos mis compañeros de banda. Caminé hasta Lydon y le hablé. Nos conocíamos, pero no tanto porque éramos bandas rivales. Estábamos los dos en la misma movida, pero sabíamos que éramos las mejores bandas del ambiente en esa época. Le dije: “Después de este reci me voy. ¿Querés armar una banda si se terminan los Pistols? Aunque en este momento parece que ustedes podrían ser los próximos Beatles. Si eso cambia, no hay forma que yo esté en una banda con Steve Jones”. Resulta que me fui un par de recis después.

John Lydon y Keith Levene (1978).

En su autobiografía de 1993 Rotten, Lydon dijo:

-Strummer y el resto de su banda, tuvieron una actitud horrible en ese reci. Keith fue el único que pudo mantener una conversación decente con nosotros. Malcolm y Bernie estaban compitiendo; así que Bernie los agitaba para que tomaran una postura re anti-Pistols; como si fueran los verdaderos reyes del punk. Nunca me gustaron los Clash. No eran buenos compositores. Se quedaban sin nafta a la mitad de sus recis, porque se volvían muy locos al comienzo. Los Sex Pistols aprendieron la dinámica del escenario. Eso es mérito de [el baterista] Paul Cook. Él podía bajar el ritmo. Strummer era el que iniciaba todo y de ahí en adelante, era todo al máximo de velocidad. Eso no está bueno, porque con solamente tocar rápido no decís nada. No se puede bailar y apenas si se puede escuchar. Después de media hora, es desagradable. Para mí, los Clash sonaban como que se gritaban a sí mismos, nada en particular: un par de eslóganes modernos, robados de Karl Marx. Ellos metieron esa cuestión de la competencia, que hizo que todo se arruinara un poco. Para nosotros nunca se trató de eso. Nunca nos vimos como parte de la movida punk. Nos veíamos simplemente como los Pistols. Francamente, ellos no estuvieron en el comienzo. No hicieron los preparativos. Simplemente vinieron y se colgaron de nuestras tetas.

Ya en 2007, Lydon se suavizó y tuvo un par de elogios hacia los Clash:

-Siempre me pareció que los Clash eran un robo de Bernie a Malcolm. No tenía nada que ver con las bandas. Yo quería a los Clash como personas y siempre los voy a querer. Gente maravillosa. Pero eso no quiere decir que me tuviera que gustar su música. Eran eslóganes políticos. Eso me parecía mal. Mick era como Jimmy Page. Incluso trató de ser guitarrista de los Pistols. Siempre andaba rondando. Joe tenía un acento londinense ridículo, que no estaba del todo bien. Me volvía loco. “¿De qué hablás, Joe?”

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