Reunión cumbre: el día que los Clash conocieron a los Ramones

El 5 de julio de 1976, al día siguiente de su debut, los londinenses fueron a ver a sus referentes recién llegados desde New York.

Texto de Danny Fields (manager de los Ramones), 2018 – Traducción, compaginación y aclaraciones: Lepo.

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Semanas después de publicar su primer disco en abril de 1976, los Ramones habían sido contratados para tocar en el Roundhouse de Londres, con capacidad para 3.300 personas y una distancia a New York de 5.500 kilómetros, el fin de semana del 4 de julio.

Era algo extraordinario: de repente, todo era 10 veces más grande. Nunca habíamos viajado más de 400 kilómetros para un reci. ¿Y cómo medir la importancia de tocar fuera de Estados Unidos por primera vez, en Londres? Intangible. Pero entre la banda y yo lo multiplicamos por 10 otra vez; haciendo que la presentación del 4 de julio fuera 1.000 veces más significativa que la anterior.

También puedo elevar al cuadrado la importancia que le dimos a ese reci en el Roundhouse cuando nos enteramos de la contratación. En el Bicentenario de la Declaración de la Independencia de Estados Unidos del Rey Jorge III de Inglaterra, los Ramones iban a ir a la capital de la madre patria a dar un show que era un millón de veces más importante que todo lo que habían hecho en sus vidas.

Dicho sea de paso: no sé cómo nos hicimos “punks”, porque ni siquiera era idea de la banda usar esa palabra como etiqueta para lo que intentaban presentar o lograr. ¡Esa palabra! Para algunos era un estilo; para otros una postura política. Era el nombre que se le daba a una generación nueva de rebeldes contra la cultura insuficiente y ridícula que estaba establecida. Una simple palabra de cuatro letras que tiene mucha tendencia a robarse el protagonismo. Me encantaba odiarla y ahora detesto quererla. Tiene poder. Vos decidís cuál es ese poder. Es automáticamente moderna, multimediática, útil; se lee bien incluso de lejos; es breve y fuerte como la juventud. Tiene vida.

Para bien o para mal, no hay tantas palabras así en un siglo. A los Ramones les decían “punks”, y qué le íbamos a hacer.

Así que fuimos a Londres sin la más pálida idea de qué nos íbamos a encontrar. La ciudad parecía estar cerca del punto de ebullición, por muchas razones, sin olvidar el propio clima: uno de los veranos más calurosos de los que se tenía registro. Los empresarios caminaban por Piccadilly en musculosa. Por supuesto que no había hielo, pero sobre todo no había aires acondicionados. Aparentemente, nunca los habían necesitado hasta esa ola de calor. La ciudad más “cool” del mundo [juego de palabras entre “copada” y “fresca”], para nosotros, era demasiado calurosa.

Nos salvó la vida que el Holiday Inn en el que parábamos, en Camden, tenía los únicos aires acondicionados que encontramos en cuatro días, en la ciudad más grande del mundo. Gracias al señor. Y qué bueno para los admiradores que nos esperaban en el hotel, fueran de donde fueran. Así que muchos pararon ahí y fue una fiesta.

Londres tenía rock en su sangre y en su ADN. Se inventó ahí. Y la ciudad estaba repleta de músicos fantásticos y grupos de principiantes en distintas etapas. Pero esas bandas estaban cohibidas y pensaban que tenían que ser “mejores” músicos antes de salir al público. También en el ADN de Londres estaba el show: los Stones, los Who, Zeppelin, Bowie, etc., todos sabían eso desde temprano, pero hacia mediados de los ’70, los guitarristas y bateristas tenían esa idea de ser virtuosos, tocar muchas notas o pegarle a muchas cosas por segundo. Los Ramones le abrieron los ojos a muchos grandes músicos sobre la tiranía de tener que ser buenos músicos. Creo que eso es lo realmente importante que hicieron en Londres.

Hubo dos recis ese fin de semana: el domingo 4 de julio, tocaron en el Roundhouse y a la noche siguiente [lunes 5 de julio], en Dingwalls; un local mucho más chico. En el público de ambas noches, había integrantes de las bandas nuevas; algunas de las cuales no habían tocado nunca en público, o muy poco: los Sex Pistols, los Clash, los Damned, los Pretenders y probablemente más.

El show de los Ramones fue la gran cosa para la comunidad musical joven de Londres: el primer disco estaba en boga. Se sabía que había una movida musical incipiente e importante en el CBGB’s de New York, que había sido cubierta por los poderosos semanarios musicales británicos: el New Musical Express y el Melody Maker. Y el siempre importante boca en boca juvenil, era intenso en Inglaterra.

Asistieron miles de admiradores curiosos; otros miles se quedaron afuera. Era la primera vez que la música nueva de una banda nueva atraía a un público grande, y la industria musical británica consolidada, por fin le prestaba atención a “la novedad”.

Lo raro es que los Ramones figuraban como teloneros de los Flamin’ Groovies; una banda agradable de San Francisco, con pocos seguidores pero fieles, a la que probablemente le hubiera ido mejor si abría el show.

-Habíamos acordado alternarnos -recordó Johnny Ramone-, pero cuando llegamos, ellos insistieron en cerrar ambas noches. No nos importó en lo más mínimo. Todos nos querían ver a nosotros.

Los Ramones, siempre eran unos teloneros terribles: era muy difícil tocar después de ellos. Levantaban tanto el nivel de energía cuando tocaban, que lo único que quedaba después, era bajarlo. La mayoría del público, ya mareado y exhausto, se fue cuando subieron los Flamin’ Groovies a dar su show.

Entre los músicos londinenses más intrigados, estaban los integrantes de los Clash, que estuvieron en el backstage con los Ramones la noche del show en Dingwalls. Paul Simonon, el bajista, estaba fascinado por el alboroto que habían generado los neoyorkinos y por los miles de fans que fueron a verlos.

-¿Qué onda ustedes? -le preguntó Paul a Johnny Ramone-. Nosotros tocamos dos veces y pareciera que no podemos llenar ni siquiera los boliches chicos. Pero ustedes vienen por primera vez y agotaron las entradas en los dos shows. Deben ser unos músicos increíbles. Supongo que nosotros no hemos ensayado lo suficiente, o algo así. [En realidad, los Clash habían debutado la noche anterior]

-No nos viste nunca, ¿cierto? -dijo Johnny-. Si venís al show de esta noche vas a ver. No sabemos tocar. Somos unos músicos horribles. Pero a los pibes eso no les importa: quieren ver un show. Así que les damos show: fuerte y rápido. Les encanta. ¿Ustedes van ensayar para siempre? Nadie se va a dar cuenta. Simplemente quieren que les volés la cabeza. Así que andá y volales la cabeza. A nadie le importa una mierda; nada más que eso.

Joe Stummer, voz principal y guitarrista de los Clash, esa noche vio de qué hablaba Johnny, y dijo:

-El show fue un relámpago, por la descarga constante de temas. Terminaba uno, empezaba el siguiente. Entre tema y tema no entraba ni una seda para armar cigarrillos.

Mientras que mucha gente del público se esperaba un bardo desprolijo: una definición de “punk” era no tener bien armado tu repertorio, porque no importaba y no te tenía que importar. Sus expectativas quedaron totalmente dadas vuelta.

-No estaban listos para que una excavadora los taladradra una y otra vez -dijo Joe Strummer-. Era increíble.

Esas noches fueron noches para recordar. Se dice que esas presentaciones de los Ramones, el 4 y 5 de julio de 1976, iniciaron la gran ola de bandas y música que fue bautizada como “punk rock”, empezando por EE.UU. y el Reino Unido y después Europa continental, Japón y Sudamérica.

Otros testimonios

Traducción, compaginación y aclaraciones: Lepo.

Rob Lloyd de la banda punk británica The Perfects

Fuimos a la prueba de sonido en Dingwalls. Afuera estaban los Pistols y los Clash esperando para conocer a los Ramones. Me acuerdo de que los Clash tenían “Keys to your heart” de los 101’ers para darle a los Ramones. No tenían otra cosa.

Hubo un clima tenso en el reci, en general. No sé qué pensaban los Ramones de los Pistols y los Clash, pero ambas bandas habían ido a rendirles tributo. Creo que los Ramones les tenían un poco de miedo. Las bandas británicas estaban sentadas en los capó de los autos estacionados afuera. Parecía que buscaban kilombo. Cuando te acordás de eso, era una gran pose. Salvo una persona que sí estaba buscando kilombo: J.J. Burnel. Creo que había un poco de bardo entre los Stranglers y los Clash.

J.J. Burnel, bajista de los Stranglers

Hubo un incidente con Paul Simonon en Dingwalls, y eso no nos ayudó a estar en la élite punk. Las otras bandas estaban un poco chivas de que nos habían elegido a nosotros para representar a Londres en el reci del Bicentenario del 4 de Julio. Fuimos los primeros en tocar con los Ramones y Patti Smith, y eso hizo calentar a un par de personas. Después de eso, nos quedamos afuera del círculo. Eso nos hizo un favor enorme a largo plazo. Evolucionamos por nuestra cuenta, como si hubiéramos estado millones de años en Australia, como animales raros.

Rat Scabies, baterista de los Damned

Había que ir a ver a los Ramones sí o sí. No había elección. Fuimos a verlos a Dingwalls y estaban todos. Me acuerdo de que Paul Simonon se peleó con J.J. Burnel. Nos dieron a todos bates de baseball en miniatura.

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Foto principal: Mickey Leigh (hermano de Joey Ramone y plomo de la banda), Tommy y Dee Dee Ramone, Keith Levene de los Clash -luego de Public Image Limited-, Paul Simonon de los Clash, y Johhny Ramone. La foto es antes o después de la prueba de sonido en Dingwalls, el 5 de julio de 1976. A todas las imágenes las tomó Danny Fields.

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