Live Aid, sin los Clash

Éramos contemporáneos y éramos rivales”, explicó Bob Geldof, organizador del evento benéfico masivo del 13 de julio de 1985, que no contó en su grilla con la banda de Joe Strummer.

Texto de Lepo basado en fragmentos de Pat Gilbert, Infobae, HotPress y otros medios.

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Hace décadas, el 13 de julio de 1985, tuvo lugar Live Aid, un megafestival de rock con sede en el estadio Wembley de Londres (Inglaterra) y en el JFK de Filadelfia (Estados Unidos), cuyo fin fue recaudar fondos para la lucha contra el hambre en Etiopía. Tanta fue la repercusión de esos conciertos, tan peculiar fue la aglomeración única de artistas, que a partir de ese momento, el 13 de julio pasó a ser el Día Internacional del Rock.

El irlandés Bob Geldof era el líder de The Boomtown Rats, un grupo de rock que había tenido un gran éxito con el tema “I Don’t Like Mondays”. Bob también había protagonizado The Wall, la película de Pink Floyd. Una noche de 1984 vio en televisión un informe de la BBC que hablaba del hambre en Etiopía. En marzo de 1985, propuso realizar un recital benéfico simultáneo en dos continentes con las mayores atracciones del mundo de la música. Casi 200 mil entradas se agotaron apenas salieron a la venta. Pero ¿por qué no estuvieron los Clash?

Políticamente, el impacto de los Clash en años previos era sísmico. Al alinearse con tanto entusiasmo a Rock Contra el Racismo y la Liga Anti-Nazi, le dejaron bien en claro a todos su visión multicultural, en una época en que los problemas de inmigración y racismo estaban dividiendo peligrosamente el país. El hecho de que la rudeza de los Clash entusiasmara a una cierta casta de vándalos infantiles, significó que pudieran comunicarse con un sector de la sociedad notoriamente difícil de penetrar. Uno de los más grandes logros de los Clash puede haber sido simplemente convencer a decenas de miles de pibes británicos blancos en edad escolar (que de otra forma hubieran perpetuado las opiniones racistas de sus padres), de que la cultura negra era algo para aceptar y admirar. Y en Estados Unidos, los Clash pueden haber despertado a los adolescentes del Medio Oeste a ver las cosas terribles que su gobierno le hacía en su nombre a Nicaragua y El Salvador.

Los Clash agarraban el bastón de la protesta gestual ostentosa que privilegiaba John Lennon (fan del grupo en sus últimos años). Demostraban que el rock podía (de nuevo) ser un agente de cambio, y que los grupos podían ser herramientas de la historia. Había que hacer música no por plata, si no para el bien común. El pavoneo político de los Clash en el Parque Victoria y luego en el Festival Us en California, ayudó a inspirar al propio Live Aid. Difícilmente sea una coincidencia que el emergido Bono de U2, ese personaje célebre de la política, fuera fan de los londinenses.

En diciembre de 2002, apenas surgió la información de la muerte de Joe Strummer, Geldof le comentó a la BBC:

-Éramos claramente contemporáneos y éramos rivales. Yo creía que teníamos que meternos en la cultura popular; él creía que siempre había que mantenerse afuera y tirarle cosas. Tuvimos discusiones eternas sobre eso. Cuando crecimos me di cuenta de que era una linda persona. Un músico muy importante. Los Clash van a ser eternamente influyentes. Siempre van a ser una banda de rock inmortal. Si pueden influenciar a la gente, especialmente en esta era de música pop prefabricada, que dios los bendiga. Joe dejó algo imperecedero.

El informe televisivo sobre la muerte de Joe Strummer incluía la opinión de Bob Geldof.

Hasta ahí todo muy lindo y cordial, pero tres años después Bob, ya en un tono mucho menos diplomático, dijo:

-A los Clash les diseñaban los atuendos. ¿Pero se suponía que tenían más integridad? ¿Por qué? Una pasión artificial para la gilada. No me gustan sus discos hasta London Calling. Dije que el 99% de su música es una mierda y tuve razón. No sobrevivió. Todo esa estupidez de “¡La revolución!” me volvía loco. ¡Andá a cagar, pelotudo! ¡Joe Strummer y Mick Jones querían ser Mick Jagger y Keith Richards! ¡Estaba más claro que el agua! Pero nos excluían a nosotros.

Ya en 2015 durante las entrevistas para promocionar el regreso de los Boomtown Rats, el ciclotímico Geldof confesó:

-Ahora soy amigo de Mick Jones y Paul Simonon porque pasamos por todo eso juntos, pero en el ’76 la verdad que a los Clash no los quería. Para mí hablaban de cosas viejas; política de izquierda absolutamente estándar. Para mí eran simplemente algo armado por Bernie Rhodes, el asistente de Malcolm McLaren. Su primer reci [en Londres] fue frente a unos periodistas, y Bernie les decía qué componer. En aquella época yo lo dije y me metí en unos problemas terribles: eran como los putos Bay City Rollers de la new wave.

Con todo lo dicho, ya de por sí había muy pocas chances de que Strummer y compañía estuvieran en el evento benéfico internacional de Geldof, pero la realidad es que para julio de 1985 los Clash estaban en su ocaso: el mismo día del Live Aid, ya solo con Joe y Paul como integrantes originales, dieron su penúltimo recital antes de separarse para siempre. Compartieron escenario en Guehenno (440 kilómetros al oeste de París, Francia) con Leonard Cohen, Depeche Mode, Ramones y Toots & The Maytals, entre otros.

La venta de entradas en el festival francés fue tan pobre que por un momento parecía que nadie iba a cobrar, hasta que los organizadores llegaron con el dinero y se lo entregaron a las bandas en bolsas.

Martin Gore de Depeche Mode fue bastante mordaz con respecto al Live Aid:

-Si a todas esas bandas realmente les importa tanto esa causa noble, simplemente deberían donar el dinero ¿por qué no pueden hacerlo sin toda esa parafernalia?

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