El debut de los 101’ers

El primer recital de aquel grupo de Joe Strummer fue el 6 de septiembre de 1974, para juntar plata en Londres para las víctimas del golpe del General Pinochet en Chile.

Texto de Lepo. Basado en escritos de Pat Gilbert, Chris Salewicz y Richard Dudanski.

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Dr. Feelgood resultó ser una inspiración tal para John “Woody” Mellor, que la forma de Wilko Johnson de empuñar la Telecaster fue la razón por la que el futuro Joe Strummer se compró ese modelo de guitarra. Decidió que él también podía armar un grupo así.

Woody se había frustrado tratando de ganar lo imprescindible como músico callejero en el subte con su mentor Tymon Dogg. Enardecido por su bautismo rockero con los Vultures en Newport, Gales, ahora quería hacer “algo eléctrico”, en Londres.

Woody Mellor y Tymon Dogg por aquellas épocas

-Era la época del pub rock y fue como que caímos naturalmente en tocar rhythm and blues, porque era fácil, o eso pensábamos -contó-. Aunque los 101’ers, en realidad, eran una banda okupa formada en una casa usurpada en el verano boreal de 1974. Durante esa época, yo trabajaba. Trabajé tres meses en el Parque Hyde, tratando de ahorrar plata para el grupo, podando canteros de flores, cortando arbustos.

En esa época, el del parque se consideraba un empleo atractivo para el verano, porque daba la oportunidad de fumar faso en el trabajo.

-Uh, era horrible. Sí, horrible. Porque los arbustos no se terminan nunca, viste, porque el Parque Hyde es enorme. Es como pintar el Puente Forth: nunca terminás. Lo odié.

Al final del verano, Woody entró a otro trabajo: hacía el mantenimiento y la limpieza general de la Ópera Nacional Inglesa, en St. Martin’s Lane, junto a Plaza Trafalgar.

-Fue como un trabajo mucho mejor, porque te podías ir y esconder en ese edificio enorme de la época victoriana. Yo sabía llevar mi guitarra al trabajo y me ponía mi abrigo marrón y desaparecía en el ático superior, en unos chuchitriles chicos. Así que nunca me podía encontrar nadie. Y practicaba guitarra. Me gustaba bastante, pero odiaba la ópera, por escuchar ópera constantemente, todo el día, durante tres meses. Desde esa época siempre odié la ópera.

Al final de esos tres meses, descubrieron a Woody Mellor agachado, practicando guitarra, y lo despidieron. Logró obtener una compensación financiera y se fue del trabajo con 120 libras [1.700 dólares actuales].

El día antes de eso, Joe había viajado al centro de Londres con Julian “Jules” Yewdall, que iba a la Escuela de Prensa de Londres, donde estudiaba fotografía.

-Fuimos al centro temprano. Eran como las 7:30 y él se paró en Plaza Trafalgar, junto a los escalones de la iglesia de San Martín. Yo armé un faso y le dije “realmente quiero viajar por el mundo y ver qué pasa”. Me dijo “yo quiero ser estrella de rock. Eso es lo que quiero ser”.

Eso difería de las razones que dio Woody más adelante para armar el grupo. Joe dijo que los 101’ers “en realidad se formaron porque tocar en la calle se había vuelto muy heavy”.

-Empezaron a poner micrófonos y parlantes en los subtes. O sea: la mejor de las veces te tenías que escapar de la Policía de Transporte. Pero cuando vi los micrófonos y los parlantes instalados en Plaza Leicester o en Rotonda Oxford, pensé  “ah…”. O sea: un grupo de okupas tratando de pasar el verano. Lo vimos onda “capaz que podemos sobrevivir si conseguimos un par de fechas en los pubs irlandeses”. Nunca lo vi como algo para hacer permanentemente. Fue como un recurso temporal. En realidad yo no podía ver qué iba a hacer con mi vida. Me paré afuera del pub Elephant and Castle, en avenida Elgin, y vi por la ventana a un trío irlandés. Teníamos prohibida la entrada a ese pub porque éramos okupas sucios. Pensé: “yo podría hacer eso. Yo y mis compañeros. Seguro que sí”. La armamos en la casa usurpada, solamente con cachivaches. Un dealer de drogas me prestó plata para un sistema de sonido chico.

Pero esa última parte no es verdad. Woody Mellor, en realidad, consiguió plata para el sonido por medio de Arabella Churchill (la bisnieta del primer ministro Winston Churchill), a quien había conocido en Glastonbury en 1971. La plata era un préstamo. En 1997, Joe Strummer finalmente le firmó un cheque para devolvérsela, pero Arabella nunca lo cobró. Parte de ese sonido había pertenecido a Pink Floyd.

-Por alguna razón, Pink Floyd tenía como cien parlantes en su sistema de sonido y lo pusieron a la venta. No sé por qué -contó-. Y de su sonido logramos conseguir una de las cajas de graves, que usamos como parlante de bajo. Yo agarré un cajón que encontré en un basurero y le hice un agujero y coloqué un parlante en el cajón. Paraba el cajón y arriba le ubicaba un ampli Linear Conchord.

La casa usurpada por el grupo en calle Walterton al 101, estaba sobre una avenida ancha del barrio londinense de Maida Hill. La zona que rodeaba a la calle Walterton estaba llena de propiedades usurpadas. La mayoría eran casas municipales vacías, a la espera de refacciones.

Se suele decir que usurpar es un acto político: es la ocupación ilegal de la propiedad de otra persona. Es notablemente anticapitalista. Pero para los habitantes de Walterton al 101, había pocas o ninguna razón política para su usurpación. Ni siquiera demasiado idealismo hippie:

-Lo de vivir en comunidad utópicamente, no era lo nuestro -explica Richard Nother, que tocaría la batería en el grupo y se hizo amigo de Woody por medio de su hermano Pat-. La nuestra era una casa de músicos. Otras casas eran de borrachos, otras eran madrigueras de faloperos. Era una zona muy diversa. Lo único que unía a la gente era que había líos con la Junta de Electricidad o con el Municipio. Había muchos músicos, irlandeses, sudamericanos, españoles. Cualquier joven que aterrizaba en Londres y buscaba dónde vivir gratis, encaraba hacia ahí.

Pat Nother compartía la pieza del sótano con Woody. Cada uno dormía en un colchón “asqueroso, horrible”.

-Cuando él dormía, rechinaba tanto los dientes, que sonaban como un tren subterráneo -dijo Pat-. Tenía el corte de pelo de James Dean, aunque al principio tenía el pelo bastante largo. Y usaba una campera de cuero berreta, con un parche en la espalda que decía, en latín: “No soy un gallina”. Se copó con las camperas de cuero mucho tiempo antes de que estuvieran en boga. No sé si era solamente una influencia de Jim Morrison. A Joe le gustaban todos. Aunque le gustaban los Doors en esa época, eso no quiere decir que ese entusiasmo durara mucho. Le había pelado la carcasa a todo lo que podía. Se había comido la cabeza y se había chupado los huesos de los Doors, mientras le interesaban. Había mucha carne y jugo ahí para aprovechar. E hizo su mayor esfuerzo para sacar lo máximo posible de ellos. Él era así con todo.

Había otra pieza en el sótano, que se volvió la sala de práctica musical.

-Nos meábamos las yemas de los dedos para que se pusieran duras, para poder tocar la guitarra. Él era muy fanático de Los siete pilares de la sabiduría, de T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia). Tuve la impresión de que ese era uno de los únicos libros que leía él en esa época. En la película Lawrence de Arabia, Peter O’Toole deja que los fósforos se le quemen hasta los dedos, y Joe hacía eso para comprobar si sus dedos eran lo suficientemente fuertes para tocar la guitarra. Me acuerdo de que Joe me despertó en medio de la noche y me dijo “Patrick, ¡saqué el nuevo riff de Elmore James!”. Y me mostró la grabación del riff de Elmore Jones, y estaba muy emocionado de poder tocarlo él también en la guitarra. Cuando era adolescente me encantaba el rock and roll y después simplemente me pareció que no tenía onda, aunque escuchaba Van Morrison. Pero con Joe, en el sótano, me quedaba hasta tarde y era así de “¿Probaste el blues de doce compases?”. Y sacaba su guitarra acústica y tocaba unas doce canciones, e iba y se sentaba en la escalinata del 101. “¿Sabés qué?”, me dijo en un momento, de verdad. “Voy a ser una estrella de rock. ¿Vos también? Podemos ser estrellas de rock”.

¿No te asustaría tentar a la suerte al proclamar públicamente tu estrellato inminente? En el caso del futuro Joe Strummer, parece que al tirar sus cartas sobre la mesa, buscaba motivarse a sí mismo.

-El chabón simplemente ponía esa energía increíble porque sabía lo que hacía, y tenía las reservas para hacerlo, y dejaba todo en eso, y por eso todos querían a Joe -dijo Pat Nother.

Pat también recuerda que Woody vio un par de películas de rock: That’ll Be the Day [‘Ese será el día’] y su secuela Stardust [‘El ídolo’, en España], y ambas le resultaron inspiradoras. Pat se acuerda que él quedó asombrado cuando conoció al iluminador de Wishbone Ash.

-Estaba tan metido en la cosa del rock, que le encantaba totalmente: era casi un placer infantil por el espectáculo. En realidad no sabía tocar la guitarra, pero escribía unas canciones del carajo. Le ponía el corazón, y ésa es la esencia de esta gilada.

En el sótano de Walterton 101, con colchones mugrientos y viejos, rescatados de la basura, acomodados en las paredes como “insonorización”, Woody Mellor ensayaba asiduamente con los músicos que había reclutado para asistirlo para cumplir el sueño personal que le había revelado a Pat.

-En un par de semanas “acondicionaron” la sala, tanto para apagar el sonido como para evitar que saliera. Esto consistía en taponar la ventana con colchones y clavar una o dos alfombras en las paredes. Los palos de escoba como pies de micro y los amplis viejos y destartalados, con las válvulas al aire, estaban a la orden del día -detalló Richard Nother.

El propio Pat fue presionado para tocar el bajo que había prestado Richard Evans -alias Dick the Shit, un viejo amigo de Joe-, aunque nunca había agarrado ese instrumento antes. Simon Cassell tenía un saxofón alto que había comprado en el Mercado de Portobello, un tiempo antes. Naturalmente, fue reclutado de inmediato. En batería, había un exiliado reciente de Chile: Antonio Narváez, con su bata prestada por alguien de una casa usurpada cercana.

A fines de agosto, Álvaro Peña-Rojas, que era saxo tenor y pianista, y que en realidad había tenido éxito en una banda de pop-rock en Chile, también había empezado a tocar con el grupo en nacimiento, y aparte de sumar experiencia musical, fue él el que logró una posible fecha: era en una Campaña Solidaria por Chile, en el sur de Londres, para juntar plata para las víctimas del golpe del General Pinochet. El militar respaldado por la CIA, había depuesto al que probablemente era el primer gobierno marxista elegido democráticamente en el mundo. Otra vez, Joe se exponía a culturas nuevas y aprendía cuestiones internacionales.

Álvaro era el más logrado en esos ensayos y se adjudicaba un trío de hits, antes de huir de su país como Antonio, tras el golpe de 1973.

Los Challengers, el grupo de Álvaro en Chile

Se puede notar que en esta formación de lo que pasarían a ser los 101’ers, está ausente un elemento crucial del rock’n’roll: la guitarra principal. A veces parecía que Woody Mellor necesitaba crear situaciones y enfrentarlas.

A fines del verano boreal de 1974, estos músicos tenían un repertorio de media docena de canciones, todos covers de rhythm-and-blues o rock’n’roll: dos canciones de Chuck Berry (“No particular place to go” y “Roll over Beethoven”); “Bony Moronie” de Larry Williams y “Gloria” de Van Morrison, que Woody todavía adoraba.

Ahora, estaban listos para probarse en la presentación en vivo a beneficio de la resistencia chilena. Programada originalmente para el 14 de septiembre de 1974, el show de repente se pasó al viernes 6 de septiembre, en el Telegraph, un pub musical de Brixton Hill 228, cerca de la cárcel de Brixton, otra parte marginal de Londres.

Dos semanas antes de la fecha original, Antonio Narváez decidió irse de Londres de vacaciones. Aunque tenía un par de bongós y un clarinete, Richard Nother no había tocado nunca la batería, pero fue ubicado en ese instrumento inmediatamente.

Cuando se adelantó la fecha, a Richard Nother le quedaron solamente cinco días para ensayar.

-Mi empeño musical con el clarinete, había sido complementado por la adquisición de un par de bongós viejos, lo cual me llevó a pegarle a la batería ocasionalmente, una vez que estuvo instalada en el 101. Con poco que perder en el intento, acepté la sugerencia de tocar en un ensayo. Se podría decir que era una prueba. Sin la menor sorpresa, posteriormente me ofrecieron el puesto de baterista, lo cual hace evidente lo rudimentaria que era nuestra música. ¡Fue terrorífico cuando nos avisaron de golpe que la fecha se había adelantado una semana! ¡Me quedaba menos de una semana para ensayar! ¡Para mi primer reci!

Richard Nother alias “Dudanski” (batería).

Richard Nother adquirió un nombre nuevo, concedido por Woody.

-Cuando lo conocí, supuse que alguien que se llamara Richard Dudanski debía ser polaco, al notarle pómulos eslavos, frente alta y el pelo engominado hacia atrás. Pero Richard Nother es de catálogo inglés por excelencia -contó el biógrafo Chris Salewicz-. Joe se había percatado de las mismas características que yo.

Como si fuera el dueño, Woody le legó un segundo apodo, inspirado en su aspecto delgado y nervioso: Richard “Snakehips” (“Caderas de serpiente”) Dudanski. Esa dispersión al azar de sobrenombres, es muy afectuoso. Son casi nombres de mascotas en vez de apodos.

-La gente decía que él quería ser una estrella -dijo Richard Dudanski-. Sí. Pero nosotros simplemente queríamos armar una banda para trabajar. Él tenía una ambición fuerte. No creo que necesariamente supiera cómo o a dónde, pero quería llegar ahí. Todo el mito de la vida lo atraía. Woody fue mi mentor esos días. Además de haber tenido una batería hasta que se la prestó a un amigo, era fanático de Chuck Berry y Bo Diddley, y su música fue la fuente para mi curso intensivo de batería. Era bastante obvio que lo esencial era no perder el ritmo, y normalmente la canción terminaba más rápido que como había empezado. Por su puesto, eso era preferible a que se pusiera lenta. Para alguien que empezaba a tocar la batería sin experiencia, esta música era perfecta. No hacía falta refinamiento; solamente energía y aplicación, y me encantaba.

Woody fue a Warlingham a buscar un traje viejo de su padre para usar como vestuario. Para la fecha en el Telegraph, el grupo figuró como El Huaso and the 101 All Stars. “El huaso” en español, quiere decir “campesino”, y se refería al chileno que quedaba en el grupo, Álvaro Peña-Rojas. Eran los teloneros de los Reggae Men, que pronto iban a mutar en Matumbi: una de las bandas de reggae salidas de Inglaterra más influyentes.

El Huaso y las Estrellas del 101 aparecieron por el Telegraph el 6 de septiembre sin batería y sin amplis, dando por sentado que se los podía prestar la banda principal. Joe le contó a Paolo Hewitt de Melody Maker, en 1981:

-No sabíamos tocar, viste. Ninguno de nosotros. Y Matumbi nos prestó todos sus equipos. Y de ahí en adelante nunca me volvió a pasar eso. ¿Podés creer? Y llegaron re tarde. Se les rompió la trafic y llegaron dos horas tarde, y prácticamente no hubo tiempo para que tocaran ellos su repertorio. Pero de todas formas nos prestaron su batería y sus amplis. Eso me pareció bárbaro, y siempre banqué a Matumbi de ahí en adelante.

El Telegraph presenció cómo los 101’ers hacían sus versiones destartaladas de gemas de R&B.

-¡Daban asco! -dijo Clive Timperley, otro viejo amigo de Woody-. Strummer con su traje loco, sacudiendo la pierna, fantástico. La verdad que eso era todo. No había guitarra principal. Daban asco pero eran divertidos.

Pub Telegraph (ya cerrado).

-Yo no había tocado nunca -recuerda Dudanski-. Y la forma de tocar de Woody era tan primitiva que pensamos que recién había agarrado la guitarra. Matumbi estuvo bárbaro. Lo disfrutamos. Trajimos un par de amigos del lado norte del río, que nos aplaudían mucho. Fue suficiente para que yo me entusiasmara. Se había germinado algo.

Woody estaba feliz de volver a los escenarios y de tocar con espíritus afines. Ellos, por su parte, estaban cautivados por esta nueva incorporación a su círculo íntimo, que desde el verano los venía sorprendiendo con su locura gentil y querible.

-¡Era una masa! -dice Dudanski entre risas-. Era un chabón encantador: divertido, gracioso, generoso, transparente. También tenía un lado callado. La gente tiene una parte que uno no logra conocer, supongo. Pero conmigo siempre fue un chabón sociable, siempre dispuesto a hablar con cualquiera.

John “Woody” Mellor (luego “Joe Strummer”) como guitarrista de los 101’ers en el debut de la banda. De campera de cuero: Pat Nother.

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