Los Clash contra el sello CBS

“Es un contrato que firmamos cuando éramos jóvenes ingenuos”, confesó Mick Jones.

Texto: Lepo. Basado en escritos de Marcus Gray y Chris Salewicz.

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En enero de 1977 el manager de los Clash, Bernie Rhodes, había arreglado para la banda un contrato con Polydor Records. Sin embargo, a último momento y con trampa, logró un acuerdo cuatro veces más grande con la CBS: un adelanto de 100 mil libras [más de 800 mil dólares actuales].

Pero el jefe de la CBS británica era el estadounidense Maurice Oberstein; un directivo astuto que tenía toda la intención de hacer valer su plata.

Maurice Oberstein – marzo de 1977.
NOTA: CBS Records era el brazo internacional formado en 1961 por el sello estadounidense Columbia, de la televisora Columbia Broadcasting System. Epic Records fue fundado en Estados Unidos en 1953, también por Columbia, para vender música menos comercial. A fines de los '60 se especializó en rock.

Casi con seguridad, Bernie tenía en mente firmar por el mayor adelanto de plata posible y escaparse con todo el botín: un precedente que sentó el manager de los Sex Pistols, Malcolm McLaren, cuando primero EMI y luego A&M descubrieron que Johnny Rotten y compañía eran una papa caliente.

Una cláusula muy difundida del contrato de la CBS, le daba a los Clash libertad artística total: la banda podía decidir qué grabar, con quién grabarlo, qué publicar y cómo presentarlo. O mejor dicho, eso fue lo que los Clash interpretaron en la letra chica.

Era un monto enorme, pero el contrato no carecía de aspectos poco favorables: a diferencia del contrato con Polydor, el de la CBS no ofrecía financiamento para giras ni cubría costos de grabación. Y un adelanto no es un regalo: hay que devolverlo. La sensatez financiera de los Clash siempre había sido limitada. La cláusula de la “libertad artística” era lo único que les interesaba.

Pero hacia la primavera boreal de 1979, al menos superficialmente, la relación de la banda tanto con la CBS británica como con Epic en Estados Unidos, parecía tensa. En las páginas de la revista NME, el despido de Bernie Rhodes fue descripto como un golpe en respuesta a un intento de la CBS de hacer que la banda fuera más maleable. Los Clash lo retrataron como una guerrilla que entraba a su tercer año.

A fines de 1978 Joe Strummer había declarado:

-Lo que la CBS quiere que hagamos es lo opuesto a lo que queremos hacer nosotros. Las publicidades que imprimen en los diarios; la promoción; todo. Pero incluso cuando nos empieza a deprimir, decimos: “si te gusta el durazno, bancate la pelusa”. Siempre nos parece una suerte tener un contrato con un sello grande, después de tanto tiempo sin contrato. Cuando firmamos, me dijeron que teníamos control artístico total. Lo tenemos sobre lo que grabamos, pero no sobre lo que la compañía discográfica elige hacer con eso después. Capaz que fui demasiado ingenuo. Pero la CBS nunca se va a atrever a decirnos qué hacer en el escenario o qué grabar.

Arriba Joe Strummer; abajo: Bill Price – Guy Stevens – Paul Simonon -Topper Headon – Mick Jones – Maurice Oberstein. Mediados de 1979.

Aunque no hay dudas de que ambas partes a veces sentían una irritación genuina, Muff Winwood (encargado de artistas y repertorio de la CBS británica) insiste en que la relación de ninguna manera era tóxica. La gente de la CBS entendía que la idiosincrasia punk requería que ellos tuvieran el papel de los malos de la película. Al igual que los Clash, ellos habían estudiado “la danza de los Sex Pistols” con EMI y A&M, y vieron que resultó en cobertura mediática y un pico de ventas. Para ellos, la confrontación Clash-CBS tenía un aspecto teatral.

-La idiosincrasia de la banda era tal, que evadía la vida normal de un sello discográfico. Realmente no querían participar en los negocios cotidianos de una empresa -dice Winwood-. Así que al principio dependía todo de nuestra relación con el manager Bernie Rhodes. Bernie era un chabón re querible. Era un personaje raro; bizarro. Creo que yo me llevaba re bien con él. Lo más importante es que Maurice Oberstein era un excéntrico clásico, que adoraba a los otros excéntricos. Por lo tanto, adoraba absolutamente a Bernie y a los Clash.

A los líderes de las empresas discográficas multinacionales de aquel tiempo, les gustaba que los consideraran “personajes” y disfrutaban de la intriga y la manipulación. Oberstein, alias Obie, el estadounidense de 50 años, también. Su numerito consistía en usar sombrero, llevar su perro al trabajo y fingir que le consultaba sobre decisiones de negocios. Disfrutaba inmensamente de su propio sentido del humor y tenía al personal en ascuas, con muestras de amabilidad y maltrato atroz: cuando Muff le pidió un auto nuevo para trabajar, Obie lo persiguió por el edificio de la CBS con un bate de béisbol.

Fallecido en 2001, Obie describió a los Clash como “su orgullo y placer” en una entrevista de 1993.

-Ellos lo adoraban -dice la fotógrafa habitual de los Clash, Pennie Smith-. Les parecía un chabón re agradable. Puede haber habido una guerra total en el área contractual, pero Maurice era un dulce. Lo amaban.

-Los Clash eran chabones muy inteligentes, y el hecho es que ellos representaban una imagen -continúa Muff-. Les gustaba representar y sentir esa imagen, pero cuando tenés que representar eso, tenés que hacerlo apropiadamente. Tenés que hacerla completa. Y eso hacían. Y nosotros como empresa, les seguíamos el juego, principalmente porque Maurice estaba dispuesto. Les dimos mucha más independencia que a muchos otros artistas. Aceptábamos las burlas; aceptábamos la supuesta mala prensa y les seguíamos el juego de que los Clash no tenían nada que ver con su discográfica. Pero en realidad, teníamos buena comunicación por medio de Bernie, y la mayoría de las cosas que queríamos hacer, se hacían. Esto es solamente entretenimiento.

Pero en Epic no estaban tan relajados con respecto a Bernie ni a los Clash. Para el personal de rango superior de la CBS estadounidense, no había puntos de referencia sobre la cultura punk. Y aunque los hubiera habido, sus egos no daban concesiones: se hacía lo que decía la empresa, o no se hacía. Al sello estadounidense, los Clash le parecían desagradecidos, irrespetuosos, poco cooperativos, exigentes, desorganizados, caros y poco realistas.

Un descanso de los Clash en su primera gira por estados Unidos. Febrero de 1979.

Cuando llegó el momento de tomar partido, Oberstein se alineó firmemente con sus problemáticos contratados británicos y no con la filial estadounidense:

-Se volvió mi gran placer asistir a una convención de la CBS en EE.UU. y que los presidentes de Epic y Columbia me pidieran mis artistas para sus sellos. Fue mi satisfacción. Había absorbido el dolor de que esos hijos de puta ignoraran a mis artistas y a mi gente. No eran agradables -declaró Obie en 1993.

Los escépticos insinuaban que la burla abierta de los Clash hacia su empresa discográfica era poco más que una pose de moda. Pero según el periodista Chris Salewicz, “los Clash se desesperaban ante la torpeza general y la falta de humanidad que demostraba la desalmada supercorporación y el deprimentemente bajo nivel de comprensión de la empresa sobre de qué se trata el rock”. Esto decían los integrantes en la entrevista que les hizo Salewicz días después de la publicación de London Calling:

-Siempre tuvieron muchos problemas con nosotros. Nosotros somos un caso problemático. Mirá. La gente de la CBS no es muy de la música. En realidad no les interesa la música. Los que están a cargo no saben nada de música – dijo Mick Jones.

-No sé. La verdad que yo no me meto con ellos -se encogía de hombros Paul Simonon.

-Sí -agregó Jones-. La vedad que no nos metemos. Ya paramos.

-Pero antes era un sufrimiento. No aguanto ir allá -dijo Paul.

-Nunca hablamos con ellos -dijo Topper.

-Cada vez que parece que vas a zafar, encuentran montones de maneras distintas de que les debas plata -comentó Jones.

-Es como que dicen “bueno, acá tenés algo de plata para ayudarte”, pero no te ayudan para nada. Después eso aparece en un papel. Vos pensás “oh, bárbaro. Ya salimos del lío en el que estábamos”. Y ahí empieza de nuevo -agregó Paul.

-Sí, pensamos que simplemente podíamos hacer un montón de discos, dárselos a todos de una y terminar. Pero este es un contrato que firmamos cuando éramos jóvenes ingenuos. Dice que los discos tienen que hacerse en cierto periodo de tiempo. Así que en realidad simplemente es un caso en el que tenemos que cumplir condena -detalló Mick.

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