El diario de la única gira de los Clash por Japón

El 1 de febrero de 1982 los Clash terminaron la serie de nueve recitales en Tokio y Osaka. Una periodista local los siguió toda esa semana y escribió para una revista británica.

Texto de Haruko Minakami – publicado por la revista británica Sounds el 6 de marzo de 1982. Traducción: Lepo.

/// Armar este informe llevó varias horas. Si te gusta el material que te brinda PlanetaClash, hacé tu aporte acá http://cafecito.app/planetaclash . Desde España y otros países http://buymeacoffee.com/planetaclash ///

Tantas veces los rumores florecían y después se esfumaban. Se había informado seriamente en las revistas japonesas que los Clash nunca iban a tocar en Japón hasta que un organizador dispusiera salones sin asientos.

En Japón, la mayoría de los salones de recitales son propiedad y están controlados por los gobiernos locales, y generalmente no le permiten a ningún grupo de rock dar un recital sin asientos. Si ponen una regla, son bastante meticulosos y estrictos en mantenerla.

Una vez, John Lydon dijo que los japoneses son como hormigas: trabajan meticulosamente y con lealtad hacia las instituciones. De alguna manera, está en lo cierto, pero por esa razón los pibes necesitan bandas como los Clash, los Sex Pistols y demás. Esos pibes que no se bancan vivir bajo las reglas de las instituciones, querían que sus hermanos toquen en Japón.

Sea como sea, finalmente llegó el momento en que los Clash tuvieron que ceder y tocar en teatros hermosos con 3.000 asientos, en Tokio y Osaka.

Topper Headon y Paul Simonon llegaron a Tokio el 21 de enero; Paul acompañado por su novia Pearl Harbour, que me contó que tiene sangre filipina y por eso su aspecto nos resulta un poco familiar. Mick Jones y Joe Strummer llegaron el 23; el día antes del primer recital en Tokio.

Hasta último momento estuvieron en el estudio de New York, grabando su disco nuevo. Joe parecía re exhausto y no se podía recuperar del jet lag. En el primer recital, en el salón Shibuya, se la pasó tirándose agua en la cabeza y era evidente que no se podía concentrar en cantar. Después llevaron un balde al escenario y se lo pusieron al lado por las dudas.

Como vi a los Clash en vivo en el Music Machine y el Lyceum de Londres y en el Top Rank de Brighton, fácilmente pude decir que estos no eran los verdaderos Clash. Pero para esa gente que soñó durante años con ese día, fueron los mejores. Todas las reseñas publicadas en diarios al día siguiente, elogiaban a los Clash con unanimidad, como la única banda de verdad. Aunque Joe no estaba en buen estado, los otros tres se esforzaban por mantenerse fuertes.

Joe Strummer en vivo en el salón Shibuya de Tokio. Foto de Koh Hasebe.

La camisa que usó Joe esa noche, provocó una disputa entre los admiradores y los periodistas. Estaba estampada con la bandera japonesa del sol naciente y a su alrededor había firmas de varias personas. Solamente sé que esas banderas se fabricaron durante la Segunda Guerra Mundial, así que le tuve que preguntar a mi mamá qué era.

Joe usó la misma camisa en el recital del día siguiente, en el salón Festival de Osaka. Después del segundo recital, le pregunté a Joe si había averiguado el significado real de ese diseño:

-Sí, alguien me dijo. La bandera significaba buena suerte para los soldados que se iban a la guerra.

-Está bien, Joe, no estás equivocado. Pero deberías saber que durante esa guerra, para nosotros (o sea para mi mamá) era tabú pedir que los soldados volvieran vivos. Nos forzaban a alentarlos a morir por el emperador y por Japón, y esa bandera era el símbolo del imperialismo japonés de esa época. Me temo que la bandera va a suscitar malentendidos. La gente de derecha va a pensar que los insultás, porque usás nuestra bandera como camisa; o te pueden tratar como alguien de su bando, creyendo que apoyás la guerra y el imperialismo.

Por un momento, Joe quedó desconcertado:

-¿Decís que no use más la camisa en Japón?

-Oh, no, vos sos valiente. Yo sé que la usás para provocar a los pibes. Ellos no saben mucho. Pero al menos van a tratar de averiguar qué significaba originalmente.

-Es verdad; la voy a seguir usando para provocarlos -sonrió, con los dientes arreglados y una sonrisa más linda que antes.

Pero nunca la volvió a usar. ¿Qué pasó Joe? Creí que nunca le ibas a tener miedo a nada.

En la gira, los Clash hicieron nueve recitales: siete en Tokio (uno de ellos matiné) y dos en Osaka, a donde fui con la banda en tren bala, para cubrir el show. Esa noche Joe estaba muy alegre y el recital estuvo acelerado. El público de Osaka se volvió loco y parece que eso también animó a la banda.

Al público de todos los recitales se le permitió pararse en su lugar; algo muy raro en Japón. Comúnmente, si nos paramos en un recital, viene el personal de seguridad y te obliga a sentarte. Y de todas maneras, siempre hubo espacio y vallas entre el escenario y el público, para evitar que la gente se suba al escenario. Realmente extraño los días en que los veía apoyando la pera al borde del escenario.

Al volver al hotel tras el recital de Osaka, tres chicas se acercaron a Joe y se quejaron de que tuvieron que comprar entradas en la calle a 50 libras [250 dólares actuales]. Joe les pidió disculpas (aunque no era su culpa) y les prometió que iban a poder ver gratis el recital siguiente.

El 26 de enero fue día de descanso. Volviendo a Tokio en tren bala, Mick, Joe, Paul, Pearl y algunos plomos visitaron Kioto, la vieja capital, para ver un par de templos. Llevaban unas caseteras pesadas y subieron al Kiyomizu-dera, uno de los más famosos, construido hace 600 años.

En el tren bala – atrás: Paul Simonon y Pearl E. Gates (alias Pearl Harbour). Adelante: el plomo Barry Auguste (alias Baker) y el relaciones públicas Mark C. Dunk (alias Kosmo Vinyl).

Paul y Pearl desaparecieron hacia un santuario y después alguien explicó que ese era para los amantes que se querían casar. En este país moderno y computarizado, todavía creemos en el poder de los deseos y de los dioses. Cuando una persona o una pareja quiere que su amor madure, va a rezar a ese tipo de santuario.

Joe estaba parado muy quieto sobre la explanada del templo Kiyomizu, muy conocida porque ahí se realizaban musicales. 600 años después, este rockero se paraba ahí, unos diez minutos, aparentemente muy conmovido por las figuras de madera. Se compró una guía con fotos para saber más. Después se compró un omikuji, un papel que predice el futuro, y le dio malos augurios: especialmente, le advirtió que se mantenga alejado de las mujeres, que le van a traer desgracias. Lo lamento, Joe… yo no fui.

Mientras lo miraba ahí parado quieto, tuve la impresión de que perdió peso. Lo entrevisté por primera vez en junio del ’78 y todavía guardo la foto, pero cada vez que la veo, me doy cuenta de que ahora sus cachetes están más flacos y tiene la cara pálida.

Al bajar de la montaña, pararon en una tienda de espadas, fascinados con algunas estrellas ninja. El relaciones públicas Kosmo Vinyl le compró varias a los amigos.

En taxi hacia el Kinkaku-ji (el Pabellón de Oro) le mencioné a Joe que Yukio Mishima (reconocido novelista japonés que se hizo el harakiri en 1970) escribió una novela sobre ese templo. Paul ya lo sabía. Joe empezó a mostrar interés, pero no es el primer británico en interesarse: gente como Bowie o JJ Burnel también son entusiastas.

El Kinkaku-ji brillaba bajo el sol del invierno boreal. Caminando por el jardín silencioso del templo, uno de los plomos murmuró:

-Ladbroke Grove queda muy pero muy lejos.

*

El 27 de enero, en su segundo recital en Tokio, en el Nakano Sun Plaza, la banda punk japonesa Anarchy visitó a los Clash en el backstage. Ambas bandas se habían encontrado en marzo pasado en Londres, cuando Anarchy estaba grabando en el estudio Air, con el productor Mikey Dread.

En su primer disco (1979), los Anarchy tocaban las canciones de los Clash “White riot”, “Tokyo’s burning” y “Safe European home”, con letras en japonés. En realidad no eran traducciones, sino letras propias.

Anarchy publicó cuatro discos en Japón, que vendieron de 50 a 100 mil copias, mientras que los discos de los Clash vendieron entre 30 y 50 mil copias en el país. Es un hecho que la popularidad de Anarchy es una especie de reemplazo de los Clash, pero también es cierto que la popularidad de Anarchy ayudó a que sus admiradores se enteren de que existen los Clash.

Ahora en Tokio, los Anarchy le dieron a los Clash su último disco, Ready, Steady, Go y me dijeron que estaban muy contentos porque Paul les pidió que le autografiaran la tapa. Nakano, el cantante de 22 años con acné, dijo:

-Nunca los vi en vivo. Como cantante, Joe me conmovió mucho. Tiene 29, pero es muy enérgico y fuerte. La gente lo tiende a tratar como un punk pesado, pero a mí me resulta muy dulce y amable. Pero en el único punto en el que no estoy de acuerdo con él, es que es un poco negativo por demás. Cuando hablamos, señaló que detrás de la muerte de Bruce Lee y Bob Marley está la sombra de la CIA. Yo soy más positivo.

Esa noche, los Clash cantaron “London’s burning” cambiándole la letra por “Tokyo’s burning”. Los Anarchy no podían ocultar su sorpresa, y un par de fans ignorantes les decían “¡che, los Clash les robaron la canción!”.

Al día siguiente, le compré algunos libros a Joe: El Pabellón de Oro y Confesiones de una Máscara de Mishima Yukio y Cuadernos de Hiroshima de Kenzaburo Ohe. Y la última Newsweek, con la tapa de la Brigada Roja. Para equilibrar, le compré otro libro a Mick, titulado Azul casi Transparente, escrito por un novelista joven de acá [Ryū Murakami].

Un par de días después, Joe me contó que se compró otro libro después de leer las dos novelas de Mishima. Era la biografía del escritor. Me acuerdo de que Joe me había preguntado cuándo se suicidó. Fue en 1970.

Aparte de ser un novelista muy respetado en Japón, Mishima era famoso por ser un filósofo de derecha que elogiaba la belleza del espíritu y el cuerpo masculino. Se decía que era homosexual.

Si creo en el artículo de Caroline Coon sobre el punk rock de 1978, el hermano de Joe era integrante del Frente Nacional y se suicidó en 1971. Debe haber encontrado algo en común entre Mishima y su hermano. Mishima murió como un delincuente. Había herido a un oficial del ejército. Pero su espíritu sigue vivo:

-Corre muy por delante mío. Me temo que nunca lo voy a alcanzar -dijo Joe con modestia.

Fui testigo tantas veces de la manera en que Joe trataba a los pibes, generosa y amigablemente. Nuestros adolescentes tienen el hábito de llevarles regalitos a sus músicos favoritos. A veces velas, muñecos, amuletos de la buena suerte o simplemente cartas. Al parecer Joe no estaba listo para eso. Empezó a llorar y giró hacia la pared cuando una chica le dio un regalito en la estación de Tokio, cuando se estaba por subir al tren bala.

Cuando Joe se fue de Japón, tenía una valija nueva llena de cartas y regalos de los admiradores japoneses, y la mandó a Londres.

*

El último recital en Tokio, en el Nakano Sun Plaza, se filmó para la NHK (la televisión pública japonesa), pero desgraciadamente Joe estaba mal de la garganta porque se agarró gripe. Al principio no lo noté. Hacia el final, su voz perdió la energía y el volumen habitual, y noté que Mick estaba preocupado y trataba de hacerlo descansar, eligiendo canciones cantadas por él.

Al terminar todo el repertorio, volvieron a subir al escenario con Pearl Harbour y anunciaron que el recital iba a continuar con ella. Aunque no es muy conocida en Japón, los pibes ya sabían que sale con Paul y su aspecto asiático nos hizo llevar bien con ella. De hecho, me hizo acordar a Sheena de los Rockets [banda japonesa formada en 1978].

Joe se había pintado en su brazo izquierdo, con letras japonesas, “Maten al ratón Mickey” y “El mundo es uno solo” en el derecho, con tinta dorada. El ratón Mickey representaba el materialismo estadounidense que invade Japón. Cada vez que salía a andar por Tokio, comentaba eso. Pero sé que le cabía cierto materialismo japonés: le gustaron los fibrones dorados y plateados que usó para pintarse los brazos. Se compró 20 de cada color.

El domingo a la tarde, Joe fue a ver los Takenoko-zoku [bailarines callejeros], en Harajuku. Antes estuvieron ahí músicos como Madness y los Stray Cats. Había 2.000 pibes bailando rockabilly en la calle, a la moda de los ’50 como en American Graffiti [la película de 1973 estrenada como Locura de Verano en Argentina], rodeados de por 3.000 curiosos. No lo acompañé, pero la foto demuestra que Joe lo disfrutó.

@@@@@@@@

Leave a comment