Agosto de 2001: Campino entrevista a Joe Strummer

El cantante de la banda punk alemana Die Toten Hosen noteó a su ídolo para la revista SZ.

Traducción, compaginación y aclaraciones: Lepo.

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El cantante alemán-británico Andreas Frege, conocido como Campino, es el líder de la banda punk alemana Die Toten Hosen y trabajó como periodista en varias ocaciones. En 1994 la revista alemana Der Spiegel reeditó su entrevista con la en aquel entonces ministra de la juventud Angela Merkel, donde le preguntaba sobre sus experiencias con las drogas, el alcohol y la música. En 1993, le hizo preguntas similares a Paul McCartney. Entrevistó a Joe Strummer para la revista SZ en agosto de 2001, un año antes de que falleciera.

-Joe, pasaron 20 años desde tus mayores logros y todavía no parecés demasiado frustrado. Parecés muy relajado.

-Sí. Voy a cumplir 49 y vivo en Somerset [250 kilómetros al oeste de Londres]. Solamente voy a la ciudad cuando tengo que ir y me tomo mi cerveza a la noche. De hecho, estoy contento de haber dejado todo atrás.

-Y eso dicho por el líder de la banda punk más importante de la historia, que pidió nada menos que la caída del gobierno británico.

-Sí, eso era divertido en aquel entonces.

-Tu banda, The Clash, todavía se considera un ejemplo sublime de música popular y política.

-Sí, es gracioso.

-¿Qué es lo gracioso? Muchos de tus discos eran manifiestos políticos. Protestaban contra Maggie Thatcher, contra los neonazis, la Guerra de Malvinas y el armamento nuclear. Uno de tus discos empieza con la frase “Este es un anuncio de interés público… con guitarras”. Siempre creímos que los Clash eran eso: anuncios públicos con guitarras.

-En aquella época simplemente estaba bromeando. En Estados Unidos siempre hay avisos de seguridad o legislativos pegados en cada poste de luz. Esa era la única referencia. A veces hacés un chiste y todos se lo toman en serio. Así surgen los malentendidos.

-Pero las declaraciones políticas cumplían un gran papel en los Clash. ¿Lo debatían mucho dentro de la banda?

-No. Nunca. Solamente hablábamos de música. Eso ya era complicado. Solamente dos de nosotros sabían tocar correctamente sus instrumentos: Mick Jones, el guitarrista, y Topper Headon, el baterista. El bajista Paul Simonon y yo éramos totalmente inexpertos en la música. Ya era difícil aprender un acorde mayor. Ninguno de nosotros sabía nada de política ni de sistemas políticos. Tampoco nos interesaba.

-Después de todo, te gustaba aparecer con remeras de las Brigadas Rojas italianas o adornarte con símbolos de la Fracción del Ejército Rojo [RAF] alemana. Una provocación extrema.

-Yo mismo me pinté esa remera en 1978.

-¿La remera legendaria con las letras de las Brigadas Rojas?

-Sí. El secuestro del primer ministro italiano de aquel entonces, Aldo Moro, fue trasmitido por televisión. El logo de los secuestradores me pareció copado y tuve la sensación de que iba a quedar bien en una remera.

-Un chiste por moda.

-La verdad es que el punk era una moda. Estar politizado era una moda. Estar en una banda punk era una moda. Fuimos los mayores iniciadores de modas del mundo. Cuando me detuvieron por esa remera, obviamente fue lo más copado que podía pasar.

-Pero lo estás simplificando un poco. El punk era y es mucho más que una moda.

-Pero terminó siendo eso. Llegué a Londres a principios de los ’70 y acababa de dejar la escuela de arte. Obviamente yo no me metía en círculos de ultraderecha, sino más en el espectro de izquierda. Era un vago que hacía música para llegar a fin de mes. Cuando hacés música necesitás cantar sobre algo. Y las temáticas eran obvias porque mis amigos vivían en la calle o en casas okupas.

-En aquel entonces te hacías llamar Woody. ¿De dónde venía ese nombre?

-Del cantante folk de protesta Woody Guthrie. Tuvo una influencia enorme sobre mí. De chico leí su biografía Bound for Glory [Rumbo a la gloria]. Igual que Bob Dylan 15 años antes. De paso, Bob Geldof leyó el mismo libro. El nombre de su banda Boomtown Rats también viene de ahí.

-Después vino el punk: la música se volvió más pesada y también los eslógans.

-Cada idiota que venía a Londres se contagiaba por el hecho de que el punk era la música del momento y había que estar politizado. Toda la naturaleza rebelde del punk y sus eslógans agresivos fueron inicialmente una forma de expresión artística; no política. No había nada detrás de eso. Simplemente había que decir esas cosas. Muchos no lo entendieron.

-Pero tus declaraciones parecían bastante mordaces e irónicas. En el video de “Rock the casbah” aparecías disfrazado de combatiente por la liberación de Palestina.

-Fue muy divertido. Rodamos el video cerca de Austin, Texas, en el desierto. El clip muestra a un judío y a un palestino haciendo dedo para ir a un recital. En realidad, la intención era que en el video jugaran al fútbol un equipo judío contra uno árabe. Desgraciadamente eso era demasiado caro.

-Siempre hubo rumores de que estuviste en un campo de entrenamiento de la Organización por la Liberación de Palestina, con terroristas europeos, a mediados de los ’70.

-Está mal. Una mentira total. Primero que no teníamos los huevos. Para nada. Y segundo, ni siquiera entendíamos por qué combatían exactamente. No teníamos idea.

-¿Cómo podías escribir tus letras sin saber las circunstancias?

-Básicamente expresábamos el ánimo que había en el ambiente. Pero tenés razón: en algún punto nos dimos cuenta de que solamente estar a la moda no alcanzaba. Queríamos que nuestra música tuviera más sustancia. El resultado fue Sandinista!

-El disco triple legendario, por el cual renunciaron a sus regalías para que llegara a las tiendas a un precio razonable.

-Ese disco fue muy político y combativo, pero al final eso se metió en el medio.

-¿Por qué?

-Recibimos cartas del Partido Comunista Británico y de los socialistas y de no me acuerdo quién más. Todos nos querían usar para sus propagandas.

-¿Y qué hicieron?

-Ni siquiera entendimos las cartas. Los textos eran una confusión total y eran totalmente desconcertantes. Así que las tiramos y no tuvimos ninguna reacción. No nos interesaba eso.

-Podrían haber hecho muchas cosas.

-No estoy seguro. Y al final todo ese show político le costó la vida a la banda.

-¿Por qué?

-Nos quedamos sin aliento después del cuarto disco, Combat Rock. No teníamos más nada por decir. Nos quedamos sin temáticas. Al final éramos simplemente unos caretas.

-Pero los Clash eran más que una pose.

-Sí, parecíamos muy importantes. Y esa era la pose. Al final éramos una banda de rock. Y el rock es todo pose.

-¿Y ahora se te pasó?

-Oh, no, para nada. Todavía toco muchas de las viejas canciones en vivo. Cuando cantás, tenés que tener algo para decir. Sigo manteniéndome firme en eso. Solamente que en retrospectiva, tengo la tendencia de ver las cosas un poco peores de lo que eran. Obviamente fue una grán época y tengo que estar agradecido por todo.

-¿Hasta qué punto el pop de hace 20 años cumplía un papel mayor en la contracultura que hoy?

-No se puede culpar a los músicos de hoy por eso. En aquel entonces los roles eran distintos. Maggie Thatcher [primera ministra británica de 1979 a 1990]y Helmut Kohl [canciller alemán de 1982 a 1998] no eran estrellas pop. Eran enemigos naturales de la cultura pop. Eso cambió. Bill Clinton fue una gran estrella pop; Gerhard Schröder [calciller alemán al momento de esta entrevista] también y Tony Blair [primer ministro británico ’97-2007] es la mayor estrella de todas. Hay una foto de él un fin de semana. En una mano lleva una maleta con los papeles más importantes de los asuntos estatales y en la otra el estuche de guitarra de su Fender Stratocaster. El chabón toca la guitarra eléctrica y canta en una banda de rock. Eso da que pensar.

-En gran parte, la política desapareció de la música popular. ¿Eso te molesta?

-No. Los temas importantes simplemente están fuera de moda para el rock actual. Pero no importa. Todavía hay un par de bandas que continúan con el legado. Por ejemplo, Asian Dub Foundation o Rage Against The Machine, que acaba de separarse.

-¿La lucha sigue?

-Acaba de empezar. Sin una pose no sos nada.

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