Entrevista con Paul Simonon (1981)

“El material de Sandinista! es tan variado que ahora tenemos libertad para hacer cualquier cosa se nos ocurra. Nadie tiene ni idea de qué se nos va a ocurrir después”, opinaba el bajista de los Clash en una nota apenas posterior a la salida del disco triple.

Texto de Chris Salewicz para revista The Face. Febrero de 1981. Traducción y compaginación: Lepo

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Paul Simonon vive en un sótano con dos habitaciones en Notting Hill (Londres), apenas al norte de la estación de subte Ladbroke Grove. En la pared de la sala frontal impecable pintada de rojo que sirve de living y sala de ensayo casual, cuelga una pintura cruda y estridente de un triste desarmadero de autos ubicado bajo la conocida sombra de la autopista Westway, que fue un símbolo tan vital de la mitología temprana de los Clash.

La pintura es parte de la herencia de los años del bajista en el exclusivo instituto de arte Byam Shaw, del cercano Holland Park, a donde asistió con una beca.

-Estaba re bueno -me contó una vez el seco y astutamente pícaro Simonon-. Todos los otros pibes tenían padres re ricos, así que podías simplemente robarles el lienzo y las pinturas y ellos hacían que los padres les compraran otros.

Instituto de arte Byam Shaw

Hijo de un matrimonio fallido, al igual que Joe Strummer y Mick Jones, Simonon usó la primera plata que ganó de verdad con los Clash como seña para el depto. Lo consiguió muy barato justo antes del comienzo del boom inmobiliario reciente.

-Este barrio está bárbaro -dice entusiasmado-. Hay una familia negra al lado y a la mañana re temprano ponen dub. No necesito poner nada yo para escuchar cuando me levanto.

Paul necesitaba desesperadamente un lugar propio después de compartir habitaciones con su hermano menor Nick Simonon (actual baterista de Pearl Harbour, propuesto en algún momento como candidato serio a reemplazar al primer baterista de los Clash, Terry Chimes) y de vivir como okupa.

Una de las casas que okupó fue con Joe en Paddington:

-Okupar casas es una buena idea. Pero realmente no se disfruta. Es solamente un lugar para dormir.

Llego a su casa temprano, una tarde fría y húmeda de invierno, y encuentro al bajista de los Clash escuchando una cinta con reggae reciente y bamboleándose como un cantante jamaiquino, con un sombrero de ala ancha que actualmente se ha vuelto casi parte de su cráneo, con finas patillas asomando por los costados, aportando las únicas señales visibles de pelo.

La novia de Paul, Debbie Chronic, salió a ganarse la vida como modelo.

Paul Simonon con Debbie Chronic en un aeropuerto estadounidense. Marzo de 1980. Foto de Bob Gruen

-En este momento me mantiene ella -se ríe él, sin signos visibles de culpa por su rol invertido-. Me quedé sin plata cuando tuve que pagar una cuenta telefónica de mil libras [más de 5.500 dólares actuales]. Ya lo corté. Parece más seguro.

Nos vamos de la residencia de Simonon y cruzamos caminando las descuidadas calles hacia una cafetería a metros de calle Portobello, donde nos sentamos a tomar una taza de té cada uno.

*

Paul Simonon fue convocado por Mick Jones al embrión de los Clash cuando el bajista, por entonces estudiante de arte y clon de Bowie de la era Ziggy, apareció en un ensayo y cantó 10 minutos el estribillo de “Roadrunner” de Jonathan Richman.

Para Jones, visualmente atento, el joven alto y desgarbado que caminaba balanceándose como un chico autista, era material perfecto para el grupo que estaba armando. Se puso a enseñarle bajo y en los primeros recis de los Clash, Simonon todavía tenía pintadas las notas en el diapasón.

Pero desde ahí, siempre se dijo que era el integrante más débil musicalmente en el grupo, una reputación poco grata compensada en algún grado cuando compuso y cantó “Guns of Brixton” del disco London Calling y ahora demolida por “The crooked beat”, la que canta en Sandinista!. Además, el DJ jamaiquino Mikey Dread últimamente habló de Simonon como alguien que tiene una comprensión perfecta de cómo tocar el bajo al estilo reggae. De hecho, el jamaiquino y el bajista tenían programado viajar a Jamaica antes de Navidad para hacer un disco juntos para el sello Dread At The Controls; una expedición al estudio que ahora se reprogramó para más adelante.

Paul Simonon y Mikey Dread

-Creo que probablemente haya sido verdad que yo no era un muy buen músico al principio -admite Paul sorbiendo su té-. Pero también creo que esa situación ya cambió mucho. Me esforcé mucho durante un tiempo. Tocando arriba de los discos de reggae fue una de las maneras con las que mejoré mi ejecución.

Tampoco está excesivamente preocupado por la cortina de críticas en contra que recibió el extenso y extravagante Sandinista!; una hostilidad probablemente inspirada, más que nada, en la cantidad abrumadora de material que era necesario absorber para hacer las reseñas del disco triple.

-Bueno, al menos eso quiere decir que mucha gente nos sigue prestando atención, así que eso no me importa para nada. En realidad, creo que se esperaban que se nos ocurriera otro London Calling, pero lo que pasa con el material de Sandinista! es que es tan variado que ahora tenemos libertad para hacer cualquier cosa se nos ocurra. Nadie tiene ni idea de qué se nos va a ocurrir después.

*

Simonon niega los rumores de fricción dentro del grupo en la época en que estaban haciendo el disco:

-Bueno, por empezar, se hizo en montones de momentos distintos. Gran parte la hicimos en Electric Lady (New York), durante la gira estadounidense de la primavera boreal [de 1980]. Después de esa gira fuimos directo a Jamaica e hicimos un par de canciones más en Channel One. Eso estuvo fantástico, aunque parece que muchos de los músicos negros de ahí pensaban que éramos re ricos, cuando en realidad estábamos totalmente en la lona todo el tiempo que estuvimos ahí. Se suponía que la CBS nos iba a mandar plata, pero nunca llegó. Y el resto de la grabación la hicimos en Wessex (Londres), durante el verano boreal.

«En realidad, Mick y Joe sí tuvieron una pelea en uno de los recis ingleses, pero creo que fue simplemente porque estaban agotados de girar. Volaron botellas y otras cosas en el camarín. Discutieron si había que tocar la canción “White riot”. De hecho, esa canción siempre causa problemas. Cuando llegamos a Hamburgo, en la parte europea de la gira, escuchamos que era probable que unos punks extremistas politizados causaran problemas. Antes del reci, algunos de ellos vinieron al backstage y nos dijeron que no iba a haber problemas mientras no tocáramos “White riot”. Así que, naturalmente, la tocamos, y un chabón al frente no dejaba de escupir a Joe, así que él le pegó en la cabeza con su guitarra y empezó una pelea, conmigo y Joe entre medio del público, luchando a brazo partido contra ellos».

Un brillo de satisfacción entra en los ojos del bajista.

-Después la policía vino al backstage y trató de detener a Joe. Tuvimos que irnos bastante rápido de Hamburgo.

Los Clash en Hamburgo (Alemania). 1980.

Además, durante otro descanso de la gira estadounidense, Paul Simonon, con sus pómulos altos y su talento supremo para posar, ídolo adolescente natural de los Clash, participó en su primera película. Voló a Vancouver y apareció junto a los ex-Sex Pistols Steve Jones y Paul Cook en All Washed Up [luego rebautizada Ladies and Gentlemen, the Fabulous Stains], dirigida por Lou Adler.

-Fue una experiencia re buena y bastante buena plata también. Definitivamente me gustaría meterme en la actuación. Sé que todos dicen eso, pero de hecho cuando estás en un grupo te llegan montones de oportunidades para aparecer en películas. Lo re disfruté y espero conseguir más papeles. Pero no sé cómo va a salir la película. Todo depende de cómo se edite. El argumento es bastante bueno: trata de un grupo inglés que se queda varado en EE.UU. sin plata y se junta con un grupo femenino estadounidense. También está Barry Ford, que era de Merger [un grupo inglés de reggae que duró de 1977 a 1980]. Hace de un chofer de bondi que trabaja de eso para pagar la fianza de un amigo.

«Fue re divertido: Steve, Paul y yo paramos en el mismo hotel de Vancouver que el resto de la gente que trabajó en la película. La hicieron en Canadá porque es más barato que Hollywood. Se suponía que íbamos a pagar nuestros gastos con nuestro caché, pero en vez de eso le cobramos todo a la productora. Firmamos con nombres como “Danny Blanchflower”. Gastamos miles de dólares y no creo que nunca hayan descubierto quién fue.

«Pero Vancouver es un poco aburrido. Un día que tuvimos libre, empecé a notar que Steve desaparecía en una montaña cercana. Me pareció un poco raro, así que le pregunté a Paul Cook: me dijo “oh, Steve encontró un bar allá arriba”.

*

Paul y yo salimos de la cafetería y encaramos hacia Holland Park en el frío crepúsculo, para la sesión con el fotógrafo Chalkie Davies. Después volvemos caminando por las calles más lujosas de Notting Hill hacia el aguantadero de Simonon. En el camino, Paul se toma el trabajo de señalar algunos puntos clave de la zona:

-¿Ves esa casa re grande, allá? -pregunta mientras nos acercamos a Ladbroke Grove-. Cuando iba a la escuela, pasé por ahí con uno de mis amigos y adentro había gente re rica tomando el té de la tarde con sirvientes que los atendían. Así que mi amigo y yo alzamos piedras y se las tiramos por la ventana.

Después de que se separaron sus padres cuando era muy joven, Paul vivió primero en Brixton y después se mudó con su padre y hermano a Notting Hill, donde fue a varias escuelas secundarias. Trabajaba en un puesto de calle Portobello los sábados.

-En invierno se ponía tan frío que tenías que meter los pies en cajas de cartón.

Aprobó dos exámenes finales, en Lengua Inglesa y Arte, a pesar de los esfuerzos de uno de sus profesores para asegurarse de que al resto del curso le fuera mejor:

-Ese chabón era re bueno. Nos decía todas las respuestas durante el examen. Pero la mayoría reprobó lo mismo.

Volvemos al lugar de Paul tras una parada en la tienda de reggae Dub Vendor, y después de unos minutos, llega Mikey Dread. Durante los siguientes 90 minutos, Paul y Mikey repasan las voces de una pista instrumental que trajo el jamaiquino, reproduciéndola en la casetera de Paul. Tienen intenciones de entrar a un estudio de Londres ese finde, para grabar un single.

Cuando Mikey se va manejando hacia el lugar donde para en Battersea, nos tira a mí y a Paul en Westbourne Grove, donde pasamos por un restaurante indio.

Ahí, Paul se entusiasma con la novela The Harder They Come de Michael Thelwell. Ya tiene un video de la película. Me cuenta que también busca un casete de la película de Brithton Rock de Richard Attenborough y habla con conocimiento de causa sobre el escritor Graham Greene, que estudió en la escuela para el examen final: la figura oscura del líder pandillero Pinkie, personaje central de Brighton Rock, parece fascinar especialmente a Simonon, que tiene un interés raro por las armas, como lo ejemplifica el incidente en el que usó una paloma de carrera para practicar puntería. En un rincón de su depto, el bajista tiene una réplica de una ametralladora alemana.

-Realmente parece hecha para tenerla. Yo la veo simplemente como una obra de arte -dice, intentando justificar su obsesión.

*

Comiendo langostinos y tomando una pinta de cerveza rubia, me cuenta que los Clash están una vez más en medio de discusiones con la CBS, su empresa discográfica. A pesar de ser un disco triple, el precio bajo que exigió el grupo para Sandinista!, causó que la empresa insistiera en que se cuente como uno solo de los cinco discos requeridos por el contrato con los Clash: los mismos términos bajo los que publicaron London Calling a precio de oferta.

-Es un poco mucho -gime Paul-. Significa que obtuvieron siete discos reales, pero la CBS afirma que cuentan como solamente cuatro.

Recientemente, el grupo también decidió separarse de Blackhill, la empresa que entró a encargarse de los asuntos de la banda tras el arreglo interino con Caroline Coon, exnovia de Paul, después del divorcio de Bernie Rhodes. Ahora los Clash se manejan solos, con asistencia creativa de Kosmo Vinyl, que persigue con pasión la Cruzada del Rock.

-En realidad Blackhill estaba bien. Los necesitamos un tiempo -explica Paul-. Había montones de cosas que resolver. Pero ahora ya lo hicieron y parece que también podemos cuidarnos solos. Sabemos lo que queremos. Por supuesto que eso significa que ahora tenemos que gastar plata en ellos y también en Bernie. A él seguimos pagándole, pero creo que eso termina pronto.

«Yo siempre me pasaba con Bernie -se ríe con cariño Paul al recordar a Rhodes-. Una vez estábamos esperando irnos a París a tocar en un recital. Bernie estaba sentado en el patio, con su reposera, leyendo los diarios del domingo al sol. Y yo perdiendo el tiempo en su casa, mientras Mick y Joe se quejaban y vagaban. Así que fui y agarré una manguera y ambos dijeron “¡No lo hagas!”. Pero giré la manguera hacia Bernie y lo rocié. Y él detesta mojarse el pelo. Si llueve, corre por la calle con su campera de cuero en la cabeza. Así que salió corriendo, dejando los diarios arrugados en el barro».

Terminamos la cena y nos separamos por Westbourne Grove. Simonon miró un patrullero que merodeaba:

-¡Uh! -se estremece-. Parece que paso mucho tiempo esquivando a la policía actualmente. Me agarraron el otro día por conducir sin credencial de principiante. También surgió el caso de Joe con el faso, pero no creo que eso sea mucho problema. Pero es raro. Ahora parece que todos salieron a cazarnos. Somos definitivamente el grupo que está más de moda insultar. Pero no importa. Vamos a hacer algunas fechas en un par de semanas, pero no va a ser una gira larga. Nunca más vamos a hacer eso. Vamos a tocar en lugares que nadie esperaría que toquemos. Y tenemos muchas más sorpresas bajo la manga. Vamos a mantener a mucha gente alerta.

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