Septiembre de 1980: los Clash en New York

Una periodista entrevistó a la banda durante los descansos de las grabaciones de Sandinista!

Texto de Lisa Robinson para revista Hit Parader [Estados Unidos], septiembre de 1980. Traducción, resumen, aclaraciones, compaginación: Lepo. Agradecimiento a Sabine Bo.

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El auto que frena frente al teatro Minskoff deja salir un montón de pasajeros que parece que deberían ser parte de la obra. West Side Story [musical de 1957 conocido en Argentina como Amor sin barreras] está de vuelta en Broadway y los Clash (sí, los Clash) la quieren ver.

Mick Jones, vestido de traje celeste, camisa blanca y corbata roja; Joe Strummer, de rojo y negro; Kosmo Vinyl [prensa de la banda]; Pearl E. Gates [pareja de Paul Simonon] y un par de amigos avanzan por las escaleras hasta el entrepiso con la fabulosa Susan Blond [relaciones públicas del sello Epic] y yo.

-Comúnmente nos sentamos en la platea, pero sabíamos que ustedes no se iban a querer sentar en las butacas elitistas -murmura Susan, con un destello en los ojos.

Empieza la introducción. Le susurro a Mick por décima vez que su voz y acento me recuerdan a Jimmy Page. Sonríe. La última vez que escuchó eso, creo que fue a las 6 de la mañana en el restaurante The Brasserie, una noche muy nevosa, después de que los Clash visitaran el boliche Studio 54. Pasaron solamente unos pocos meses, pero han llegado lejos.

Sentada entre Mick y Joe, noto que parecen disfrutar la obra desde el momento que empezó. Strummer mueve la cabeza. Más tarde, Mick Jones se ríe con algunos de los chistes.

Flashback a diciembre de 1976
Manchester, Inglaterra. Una experiencia religiosa.

Me mandan a Londres a ver un grupo. Me escapo con gente de prensa a Manchester, a sumarme a la gira Anarchy in the UK de los Sex Pistols.

Hay prensa inglesa por todas partes, intentando hablar con la banda por el escándalo de las malas palabras pronunciadas por Johnny Rotten en vivo en la tele.

Los teloneros de los Pistols son los Heartbreakers (viejos amigos de New York), los Clash y los Buzzcocks.

El manager de los Heartbreakers, Leee Black Childers me hace pasar a la prueba de sonido y después a la primera fila del show. Los Clash actuaron unos 20 minutos y no paré de hablar de eso durante los seis meses siguientes. Después de su repertorio, corrí hasta el camarín diminuto y miré con los ojos grandes a Paul, Mick, Joe y Topper [nota del traductor: el baterista no era Topper Headon; era Rob Harper].

Los Clash en Manchester. 9 de diciembre de 1976.

-Me dejaron sin aliento -les dije desvergonzadamente.

Y mi opinión sobre el grupo nunca cambió. La industria tardó solamente cuatro años en ponerse al tanto de lo que los pibes ya sabían.

1980: intervalo en Amor sin barreras

Un pique a la barra.

-¿Viste esa escena con la pared inclinada? Eso quedaría bárbaro en nuestro show -se entusiasma Strummer.

Kosmo pasa tragos para todos lados y dice que cuando era pibe, escuchaba el disco de esta obra.

La escena ruidosa provoca muchos aplausos, pero aún así una concentración inexpresiva de parte de Strummer y Jones, mientras los miro a ambos con mi visión periférica. Estoy esforzándome por mantenerme despierta.

Nos damos cuenta de que todo es una burla gigante. A muchos chabones jóvenes y a cualquiera que toca un instrumento e intenta hacer música, les prometen muchas cosas que nunca aparecen: contactos, managers, plata, tiempo en el estudio, casetes, entrevistas, audiciones. Todo tipo de cosas a las que los músicos jóvenes tratan de aferrarse. Nos damos cuenta de que todo eso en realidad nunca aparece. Te dan lo que pagás. Así que yo no me dejo llevar por nada de eso. Trato. Hago un esfuerzo consciente de tomármelo con soda.

Joe Strummer

Después de la obra, en el corazón del barrio de los teatros, incluso en esa atmósfera saturada, nuestra pandilla atrae miradas. Nos acomodan en una mesa amplia y redonda en el medio de una sala.

Broadway en 1980.

Mick dice que come demasiado huevo y procede a pedir un omelette. Strummer come un bife con papas fritas que inmediatamente le empiezo a afanar del plato. Piden muchos tragos. Algunos van y vuelven de los baños. Algunos de los amigos más jóvenes se van. Al parecer hay escuela el día siguiente. Y nos ponemos cómodos para una charla no tan seria.

-Es fabulosa, pero, ¿porqué hay una canción sobre Montgomery Clift? [“The right profile” en London Calling] -pregunto.

Joe habla de su interés profundo por James Dean y dice que quiere conseguir la biografía de Dean escrita por William Bast. Habla de su interés por Andy Warhol, los ’60 y habla de la composición de canciones.

-Si podés componer una canción con 12 versos que no sea basura y diga la verdad, creo que es la forma más elevada de escritura -dijo Joe-. En la mayoría de la prosa, podés zafar con uno o dos versos estúpidos. Pero en una canción no. Y la reducís a la forma más pura. Incluso me gustaría hacer un musical un día. Como el que vimos hoy.

-¿Imaginan un final para su mundo rockero?

-Oh, apenas mi vientre esté demasiado grande para estos pantalones apretados, voy a hacer películas o algo así.

Nos vamos al boliche Mudd a ver a Lene Lovich, aunque los muchachos no están enloquecidos con la propuesta.

Afuera hay un tumulto. Tenemos que pasar a los empujones y hay algunos titubeos. Pero la llegada de Jones y Strummer causa la correspondiente fascinación, y una vez adentro, hay un calor alegre, comunitario, rockero.

En el monitor hay videos de James Brown y Diana Ross con las Supremes. Son alrededor de las 3:00 de la madrugada y me empiezo a cansar. Ojalá pudiera ver a los Clash en vivo ya mismo en vez de cualquier otra cosa.

No pienso ni un momento en la etiqueta “punk”. Creo que hablar rápido es una de las mejores cosas que inventó Estados Unidos. Creo que “punk” es un buen apodo porque de lo contrario, tendrías que decir “música fuerte y punzante, con gente que grita, bla bla”. Una oración larga. Y de esta manera ya te das una idea. Para mí, el punk es una buena manera de ver el mundo y la quiero mantener cueste lo que cueste. La defino como mi “detector de boludeces”. Es mi actitud para darme cuenta de las cosas. La manera en que sé cuál es una buena idea y cuál no.

Joe Strummer

James Brown toca en Studio 54. Le mandan 10 entradas a los Clash. Debido a un compromiso televisivo, llego tarde. Veo dos temas y Brown se baja del escenario. Pero veo a Mick Jones elegante, de traje negro y camisa blanca, entusiasmado por el show que acaba de ver. Acordamos encontrarnos en la semana en el estudio Electric Lady.

Me resulta interesante que en el piso de arriba, hay otro Mick. Es Jagger, que está mezclando Emotional Rescue de los Rolling Stones.

Joe y yo, armados con una botella de tequila y jugo de naranja, entramos al estudio a charlar.

-¿Creés que tu música últimamente tiene aceptación comercial y que se puede considerar calculada?

-Para nada. Somos unos verdaderos creyentes y esa es la única manera de aprender algo realmente. Podés estudiar todo lo que quieras sobre cualquier cosa. Pero tenés que tener una pasión verdadera por eso; por los verdaderos detalles. Nosotros tenemos esa pasión. Por eso sabemos. Yo no sé nada de autos, pero sé sobre Sam the Sham & The Pharaohs. La música que estamos haciendo ahora es lo más importante en lo que hay que concentrarse.

-¿Creés que sigue habiendo un espíritu verdaderamente comunitario entre las bandas de rock? ¿o es una movida bastante envidiosa?

-Todos son más envidiosos que el carajo en este negocio y si no lo admiten, simplemente están mintiendo. Por supuesto. Yo soy envidioso. Todos envidian a todos los que tienen éxito. Yo los odio y todos son así. Simplemente no lo admiten. Si Elvis Costello saca un disco, yo sigo diciendo “qué porquería”. Ni siquiera me preocupo por escucharlo. Me pone más contento sintonizar radios de temas viejos. No soporto el hard rock; esos cantantes machotes gritando. Prefiero ser un debilucho que ser así. Los odio a todos. Excepto algunas bandas buenas con las que hemos tocado [risas].

-¿Creés que el rock es esencialmente sobre chicas, drogas y autos? ¿Qué creés que piensa John Lydon?

-Siempre fue y siempre va a ser así. Por supuesto que Lydon habla de drogas, chicas y autos todo el tiempo. Ahora mismo, probablemente esté en las afueras de Londres en un auto abrazando a una chica. ¿Y qué era lo otro? ¿Drogas? Probablemente tiene un poco de cada droga frente a él [risas].

-¿Y qué onda vos con la política?

-Yo soy simplemente un idiota. Es política de confusión. Pero creo que tenemos que tener un sentido comunitario para avanzar. Básicamente creo en la calidad y la unidad de la gente. Esa es la manera de lograr cualquier cosa, y esa es la idiosincrasia de la confusión. Jaja.

-¿Te considerás una estrella de rock?

-Por supuesto que no.

-¿A quién considerás una estrella de rock?

-Probablemente a Mick Jagger. O alguna vez lo fue. Probablemente ya no le importe. ¿Quién es estrella de rock? Buena pregunta. ¡¿Quién es estrella de rock?! -grita.

-¡Mick Jones! -responde alguien.

*

En el estudio, escucho algunas cintas: una canción nueva, “The call up“, es anti-servicio militar y es muy bailable. Le digo a Mick Jones que se deberían apurar para publicarla. Los ritmos nuevos abarcan todo el rango: reggae, caribeño, country y western e incluso algo de jazz. La forma en que Mick toca el piano es bastante jazzera. Le debe algo a Sonny Rollins y John Coltrane.

-¿Conocés a Thelonius Monk? -le digo.

-No -dice.

-Te voy a tener que conseguir algo de él -prometo.

-¡Oh no! -chilla Susan Blond al día siguiente, cuando le cuento-. No lo hagas escuchar jazz. Vas a arruinar su música.

Envío el disco de todas formas y Mick me llama para agradecerme, entusiasmado particularmente con “Misterioso”.

*

Seguro que puedo caminar por Londres; puedo tener un autazo; puedo subirme a un avión y un pibe puede venir a felicitarme; otro puede venir a acosarme con preguntas. Pero todo eso es demasiado estúpido. Si se pone feo, o un poco feo, creeme que voy a huir. Me voy a ir a la mierda. Déjenme solo; normal. Pero mi familia… bueno, yo vivo con mi abuela, y están todos contentos con cómo me va. Está bueno. A todos les interesa verme en la tele.

Hay un lugar en Londres donde nos gustaría abrir una especie de boliche. Y con Kosmo queremos armar una empresa discográfica. No queremos hablar al pedo. Lo vamos a hacer si tenemos toneladas de plata. En realidad, nos gustaría tener toneladas de plata. Si alguien quiere mandar algo, nos re serviría. Y prometemos ponerla para una buena causa. Tenemos todo tipo de cosas en mente; como una tienda pero no para vender merchandising; si no para ir y comprarse discos nuevos. Si podemos hacer un disco, podemos hacer un tema por día y prensarlo al día siguiente; sacarlo a la calle al día siguiente. Y la gente podría tener un disco por semana. Cuando tengamos plata de verdad, vamos a tratar de armar algo. Estamos trabajando lo más rápido que podemos.

Mick Jones

-¿Tienen presión para grabar más rápido desde que tuvieron un hit?

Joe: -No. Yo diría lo contrario, porque no quieren que sigas largando temas. Quieren tener tiempo para promocionar. La empresa discográfica se pone nerviosa cuando creen que sos demasiado ansioso. Alguien me dijo eso la semana pasada y dije “¿Qué?”. Tuve que sentarme unos minutos a pensar. Pero para mí, la clave es crear música. Tenés que seguir creando música. Girar es bastante divertido y nos encanta, pero hay que seguir creando música.

Varias semanas después en Chicago

Estoy en un Holiday Inn, hablando con Chrissie Hynde tras la presentación de los Pretenders en esa ciudad. La tele está prendida con el sonido bajo. Hay un programa espantoso que se llama Fridays, con un sketch sobre “mujeres que escupen”. Y de repente aparecen los Clash.

Corremos a subir el volumen. Suena “Clampdown”. Paul está espléndido; Topper aporrea; Mick baila; Strummer parece enchufado. Están fenomenales. Es un verdadero subidón, similar a ver a los Rolling Stones con Ed Sullivan, en 1964. Reconocimiento instantáneo.

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