Paul Simonon: la moda y la música

El exbajista de los Clash ahora es artista plástico y sigue haciendo música. Charla sobre la ropa, la actitud punk y la política.

Texto de Chris Sullivan para revista Chap [Reino Unido], otoño boreal de 2023. Traducción, resumen, aclaraciones, compaginación: Lepo. Agradecimiento a Sabine Bollinger.

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Las últimas tres décadas, Paul Simonon se forjó una nueva carrera como pintor al óleo, creando paisajes melancólicos. Sus 11 muestras se agotaron y ahora sus obras son de colección. Pero cuando no pinta, no está improductivo. Este año, Simonon se embarcó en un proyecto musical nuevo: Galen & Paul, con la cantante Galen Ayers (hija de Kevin Ayers). Publicaron un par de singles estupendos y el disco Can’t We Do Tomorrow Another Day?, que, como el propio Simonon, es totalmente único. Y si eso no es suficiente para llenar su agenda, Simonon pone vinilos todos los jueves en un pub clásico y deteriorado de Londres Oeste:

-Es solamente para divertirme un poco -dice.

Al exbajista de los Clash, un hombre que hace mucho es considerado uno de los más apuestos del Reino Unido, nunca se lo ve menos que elegante. Así que cuando se presentó la oportunidad de sentarse a hablar con él, con lujos de detalles y un par de birras, el asunto de la moda tuvo que surgir:

-¿Dónde conseguís tu ropa?

-Vivo cerca del mercado de Portobello y a veces encuentro un par de joyas. Los viernes es como una versión pobre del V&A [Victoria & Albert, un museo de Londres dedicado fundamentalmente a las artes decorativas y a las bellas artes]. Pero la diferencia es que podés comprar las cosas. Está bárbaro que existan mercados así, porque son los que empujan la cultura juvenil.

-¿Creés que las modas que te formaron siguen con vos?

-Indudablemente. Uso prácticamente lo mismo que cuando era pibe. Prácticamente cerré el círculo. Un amigo me dio un traje de satén cuando tenía 15 y lo usé en la primera época de los Clash. Y ahora uso cosas similares.

-¿Por qué es importante el estilo personal?

-La gente puede considerar que la moda es banal, pero realmente define quién sos ante los ojos de los demás. Le cuenta a la gente quién sos.

-¿Por qué creés que, a diferencia de muchos otros países, la juventud del Reino Unido muchas veces manifiesta su identidad con su forma de vestir?

-Bueno, creo que la música es la fuerza que empuja muchos estilos. Desde los Teds, la ropa denota qué música te gusta. Y acá las cosas siempre fueron muy tribales. Creo que sigue siendo así, pero capaz que no tan claro o tan extremo ni agresivo como era antes. Dicho eso, yo tenía 15 cuando noté todas esas tribus y había que estar metido en eso para notar los detalles. Eso sigue pasando, pero no creo que sean tan extremas como en el pasado, cuando para cada cultura había una contracultura que era su polo opuesto. Los hippies con pelo largo, pantalones acampanados y sandalias existieron al mismo tiempo que los skinheads sin pelo, pantalones ajustados y botas grandes; mientras que los mods con sus trajes elegantes existieron al mismo tiempo que los rockabillys engominados con ropa de cuero y jeans. Opuestos totales, tanto en su manera de vestir y en la música que escuchaban; e incluso en su filosofía.

Los británicos son muy buenos para reaccionar contra algo. Hoy parece que esa polaridad cultural tan extrema está ausente. Pero tendrías que preguntarle a alguien de 15 años para tener la verdadera respuesta.

-¿Cómo describirías el estilo de los Clash? Pasaron por muchos cambios.

-Al principio era muy mod, con trajes y todo eso. Después tuvimos una fase Jackson Pollock, donde salpicábamos la ropa como en sus pinturas. Después tuvimos una fase Robert Rauschenberg, usando stencils. Y después tuvimos cosas que mandábamos a hacer o tuneábamos equipamiento del ejército de la tienda] Laurence Corner. Y después tarde o temprano nos volvimos rockabillys, lo que causó mucha confusión, porque fue justo después de las peleas entre los Teds y los punks. Pero aparecimos nosotros y éramos como Teds-punks. También nos influyó ese aspecto de rockero glam que tenía Bryan Ferry, cuando se vestía como [el cantante británico] Billy Fury.

Bryan Ferry en 1976

Gran parte de nuestro cambio de punks a rockabillys vino porque fuimos a EE.UU. y compramos cosas originales de los ’50 que estaban bárbaras y no costaban nada en las tiendas de ropa usada. Especialmente porque la libra costaba más de dos dólares en ese entonces. Les cortábamos las mangas porque en el escenario hacía mucho calor. Para nosotros era como el paraíso, porque nadie estaba interesado en esa ropa. Y después la gente del Reino Unido empezó a fabricar lo que nos poníamos nosotros y fue un boom.

Yo iba a EE.UU. y me compraba una maleta vieja en el Ejército de Salvación y la llenaba de corbatas originales de los ’50, discos y ropa, porque nadie los quería. Al principio de los Clash, la verdad que no podíamos ir a la tienda de [la diseñadora] Vivienne Westwood y comprarle ropa porque 1) no la podíamos pagar y 2) no queríamos parecernos a los Pistols. Así que nos las arreglamos con lo que teníamos y comprábamos cosas usadas.

-¿Qué pensás de la moda de hoy?

-Es más variada. La gente mezcla mucho más. Por ejemplo, se pueden poner un saco rockabilly con una camisa mod y Dr Martens. Antes no se podía hacer eso. Veo pibes jóvenes que se visten de una manera que realmente refleja lo que les copa y la hacen propia, aunque para mí parezcan salidos directamente de los ’80. Si no estuviste en esa época, está bárbaro, porque la mayoría de la gente no se va a dar cuenta. Lo que realmente ayuda a los pibes de hoy es internet, porque hay páginas que venden de todo. Así que podés conseguir prácticamente cualquier cosa. Solamente te tenés que asegurar de conseguir el talle justo. Eso no está bueno para mí, que soy demasiado quisquilloso.

-¿Cómo fue que te interesó la moda y la ropa?

-Crecí en Brixton y estaba por todas partes. Yo me juntaba con los hijos de los jamaiquinos que vinieron en el barco SS Windrush. Entrabas a sus casas y eran re coloridas y exóticas. Y la ropa era así.

Estaba la generación jamaiquina más vieja, que usaba sombreros y trajes con sacos de colores fuertes y hombreras grandes. Tenían cierta arrogancia, como si acabaran de salir de OK Corral [western de 1957 titulado Duelo de titanes en Argentina], mientras que todos los demás usaban telas a rayas finas. Creo que de joven esas cosas tienen un gran efecto y se te pegan. Pero yo me mudé mucho. Viví en Italia a mediados de los ’60 y absorbí todo: los trajes ajustados de angora con chombas informales Fred Perry. Y después volví a Inglaterra y vi que estaba empezando todo lo de los mods.

Mientras estuve en Italia iba a ver westerns spaghetti con mi mamá y después volvimos a Inglaterra y descubrimos que Lee Perry hacía canciones sobre esos westerns, mencionando a Lee Van Cleef. Después empezó a tomar vuelo la moda mod y skinhead, mezclando el estilo jamaiquino con los trajes en dos tonos que vi en Italia. Y le daban mucha importancia a los detalles: camisas Ben Sherman, y si no te alcanzaba para esas, Brutus. Dr Martens o Monkey Boots. Los tiradores tenían que ser angostos y la parte trasera tenía que formar una “Y” en el medio de tu espalda y no una “X”. Así que realmente la atención al detalle es el centro de la moda británica.

Me acuerdo de que cuando empecé a juntarme con Joe Strummer, él cobraba el subsidio de desempleo y a mí me lo habían sacado. Ambos estábamos secos y caminábamos mucho, porque eso es lo que hacés cuando no tenés un mango. A ambos nos encantaban las gafas espejadas porque vos le podías ver los ojos a la gente y ellos no. La ropa de batalla era algo re genuino para nosotros, aunque ahora parezca ridícula. Pero en ese momento era una necesidad, porque cuando crecías en el Reino Unido, estabas en un mundo en el que había gente que siempre se la agarraba con vos, así que adoptabas un uniforme como protección.

Los Clash en 1976

-¿Creés que la música británica está en buen estado en este momento?

-De alguna manera sí. Los independientes abrieron las cosas y los peces gordos tuvieron que achicarse, de edificios enormes en Plaza Soho [centro de Londres] a un depto chico en Chiswick [oeste de la ciudad]. Y tienen mucho menos poder. El problema con las empresas discográficas grandes, es que trataban de imponerte qué hacer. Nosotros tuvimos suerte, porque defendíamos algo muy distinto y medio que nos colamos antes de que se dieran cuenta de lo que estaba pasando y después vieron que éramos bastante buenos. Lo otro bueno es que la música se comparte. Mi hijo mayor hace venir a sus compañeros y hacen música por internet y escuché que está a punto de crear su propio sello por internet. Así que todo eso está bárbaro. Simplemente necesitás imaginación e impulso.

-Pero los Clash eran bastante independientes.

-Sí pero siempre fue una lucha. Creíamos que el trabajo del sello era solamente llevar el disco a las tiendas. Al principio dijeron “bueno, el disco tiene que ser así y se tienen que vestir así”. Pero les dijimos “esperen. Ya sabemos todo eso. ¡Eso es cosa nuestra, amigo!”. En el pasado, los sellos capaz que tenían que meterse y decirle al artista que usara una campera o que tuviera cierto corte de pelo, pero a nosotros no. Bernie Rhodes [manager de los Clash] muchas veces nos decía “el público no se puede vestir mejor que la banda, porque ustedes tienen que ser los pioneros”.

Me acuerdo que cuando hicimos la gira de Combat Rock, la idea era que lo que te pusieras en el escenario, representaba tu música y la hacía accesible. Lo del camuflaje empezó cuando tocamos en Tailandia y había una tienda bárbara que vendía cosas camufladas y rezagos de ejército. Compramos montones de cosas y empezamos a usarlas. Y con el avance de la gira vimos que el público las usaba cada vez más, porque eran baratas, accesibles y elegantes. Al final de la gira era como tocar en un cuartel.

En los Clash yo cuidaba la imagen, pero no es que yo les decía qué ponerse. Eran sugerencias. Nunca forzado. Cuando hicimos el segundo disco yo tenía la idea de proyectar La Batalla de Inglaterra [película de 1969] detrás nuestro mientras grabábamos. Pero al productor no le gustó, así que me llevé el proyector a casa y conseguí un montón de películas. Una de ellas era Brighton Rock [de 1948, titulada El joven Scarface en Argentina]. Así que pensé en salir con ese look y desde ahí se desarrolló todo el estilo visual y la idea de los videos.

-¿La música también se desarrollaba orgánicamente?

-Bueno, sí, como en cualquier proceso creativo. Si estuviste metido en algo un tiempo, reaccionás contra eso y hacés lo opuesto y ese es el impulso fundamental de la moda británica. Para nosotros era imposible la idea de hacer otro disco exactamente igual al anterior. Recientemente escuché el box-set de singles de los Clash y pensé que después de cada canción alguien podía preguntarse “¿esta es la misma banda? ¿cuál es la conexión entre estos temas?”. Pero de alguna manera extraña, están todos conectados porque representan un viaje, a veces literal, porque desarrollábamos y tomábamos distintas influencias y reaccionábamos contra ellas. No podríamos haber hecho dos veces el mismo disco porque eso nos hubiera destruido el alma. Algunas personas están contentas con eso y lo hacen: van a la fábrica musical y hacen el mismo disco una y otra vez a las apuradas.

-¿Actualmente hay alguien que te guste?

-Escuché Bombshell Baby of Bombay, música de la India desde los ’50 hasta los ’70. Está bárbara. Hay rock, latino, mariachi y un chabón que suena como Elvis. Musicalmente está bárbaro.

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