Thatcher, Malvinas y el fin de los Clash

Mientras que la Dama de Hierro sobrevivió bien al peligroso terreno político de principios de los ’80, no se puede decir lo mismo de Strummer y compañía.

Basado en textos de autores varios. Traducción, compaginación, aclaraciones: Lepo.

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La trayectoria de los Clash claramente es un mapeo de un periodo de transformación social de tal magnitud, que hoy todavía experimentamos sus repercusiones. Las primeras canciones de la banda aportan el documento cultural más cautivador imaginable de ese momento de mediados de los ’70, cuando el extenso boom económico global fracasó y anunció la muerte del bienestar político keynesiano de posguerra.

El Keynesianismo refutaba la teoría clásica de acuerdo con la cual la economía se regula por sí sola. John Maynard Keynes postuló que el equilibrio al que teóricamente tiende el libre mercado, depende de otros factores.

Mientras que las utopías del punk prometían un futuro más progresista, la crisis de la democracia social, con el tiempo, se resolvería a favor de fuerzas más reaccionarias.

Los conservadores prometieron frenar el poder de los sindicatos, fortalecer la defensa y sostener el rol de la ley y la prioridad de la familia. Eso caló hondo entre la gente que se sentía saturada por los militantes sindicales de izquierda, las ciudades deterioradas y todos los arquetipos de decadencia cultural juvenil, ya fueran los rastas o los punks.

Los conservadores ganaron la elección de 1979. El 4 de mayo, Margaret Thatcher ya estaba en la residencia oficial de calle Downing.

La victoria conservadora marcó el fin del periodo de agitación social que el punk había graficado tan cercanamente. La “libertad” de la que el punk hablaba en sus canciones y promulgaba en todos los sentidos posibles, ahora estaba secuestrada por la Nueva Derecha y significaba algo bastante distinto: una desigualdad que no solo estaba institucionalizada, sino instalada como principio cultural y social dominante.

Las canciones que marcan el final de la trayectoria de los Clash (o al menos de la formación clásica de la banda), obviamente se hicieron eco de la victoria del proyecto neoliberal. Esos temas que aparecieron en Combat Rock (1982) fueron compuestos cuando Ronald Reagan entró a la Casa Blanca, y la publicación del disco coincidió con el estallido de la Guerra de Malvinas, una refriega imperialista innecesaria en el Atlántico Sur, que se cobraría casi mil vidas y que haría que la hasta entonces ampliamente impopular Margaret Thatcher volviera al poder para su segundo mandato.

Entonces, el disco documenta ese momento en que la marea de la historia cambió a favor de las fuerzas del neoliberalismo.

Mientras algunas de las canciones de Combat Rock exhiben una agresividad característica y justificada, el tono general del disco está bastante cerca de la resignación política. Al escuchar por ejemplo “Ghetto defendant” o “Straight to Hell”, hay una onda que insinúa que no hay alternativa que componga las injusticias descriptas en esos temas.

Nunca fue inevitable que se volvieran hegemónicas las políticas propuestas por esos íntimos aliados ideológicos: Reagan en Estados Unidos y Thatcher en el Reino Unido. Durante la mayor parte del primer periodo de ella, por ejemplo, parecía poco probable que sobreviviera para un segundo mandato y ni hablar de un tercero. Sin embargo, la refriega imperialista en el Atlántico Sur -que estaba en su momento más álgido en la semana en que Combat Rock llegó a las tiendas-, transformaría el contexto de la política británica.

El 2 de abril surgió la noticia de que la junta fascista argentina había “invadido” las Islas Malvinas. La reacción de Margaret Thatcher fue despachar un “cuerpo especial” hacia las islas. Antes de que eso se convirtiera en la Guerra de Malvinas, los Conservadores de Thatcher iban 15 puntos por debajo del Partido Laborista en las encuestas de opinión. Un año después de la victoria en Malvinas, ella ganó una elección más, marcando el clima político del Reino Unido por el resto de la década.

Joe reaccionó a esa guerra cambiando personalmente el título del disco nuevo, de Rat Patrol From Fort BraggCombat Rock [Rock de combate].

Subida a la marea del fervor patriótico generado por la recuperación de las Malvinas, Thatcher volvió al poder en junio de 1983 con una mayoría parlamentaria enormemente reforzada. En el transcurso de su segundo mandato, la más pura ambición del thatcherismo quedaría en evidencia, cuando los conservadores introdujeron una serie de estrategias neoliberales que dejarían a la sociedad británica transformada y traumatizada y que con el tiempo se volverían un modelo a imitar para países de todo el planeta.

Mientras que Thatcher sobrevivió bien al peligroso terreno político de principios de los ’80, no se puede decir lo mismo de los Clash. Semanas después de su segundo triunfo electoral, se anunció que Mick Jones había sido despedido de la banda por diferencias musicales, tanto literales como metafóricas, rompiendo una de las sociedades compositivas más fructíferas de la historia de la música popular.

Los Clash tuvieron sus últimos años durante el clímax de los esfuerzos por hacer retroceder al thatcherismo, con el paro de mineros de 1984, y luego se hundieron.

El 30 de septiembre de 1985 se publicó la que Joe Strummer describiría como “la última gran canción de los Clash”: “This is England” [Esto es Inglaterra], una canción de protesta apasionada y semiépica, que hablaba del estado de Inglaterra en esa época, durante los primeros años del gobierno de Margaret Thatcher: violencia en los barrios pobres, hostilidad urbana, la vida en viviendas municipales, las altas tasas de desempleo, la industria moribunda de motocicletas inglesas, el racismo, el nacionalismo y la corrupción policial; además de dos temáticas muy comunes para los cantautores de izquierda a mediados de los ’80: la Guerra de Malvinas y la mentalidad consumista y servil del pueblo inglés de esa época.

Cuando se separó la última formación de la banda, a fines de 1985, el neoliberalismo estaba instalado firmemente en el Reino Unido.

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